Hemos Comido en El Muelle, una comida informal con dos amigos basada en raciones.
Abril 2014. Luzmela es para mí un oasis en la oferta gastronómica del Barrio Pesquero. Desde que lo descubrí las veces que me he acercado tiene siempre algo distinto a la oferta general del Barrio. Una cocina muy cuidada y unas elaboraciones utilizando buen producto, cocina tradicional y cierto toques de autor.
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El único pero es que se encuentra escondido en la parte de atrás del Pesquero y lo conoce poca gente. Se nutre en su mayoría de habituales, gente que por casualidad ha llegado al restaurante y repite. Llaman más la atención los del frontal del Barrio pues se encuentran a primer golpe de vista. Tiene una barra donde los locales acuden a tomar el blanco y la tapa asignada del día a cada vino, es de esos establecimientos en los que habitualmente te ponen tapa.
La comida se basó en una serie de continuadas raciones en el comedor de la entrada. Un lugar acondicionado de maravilla y nuevecito. Hay otro comedor más informal dentro del bar, para tomer alguna ración o sentarte a tomar un vino.
Comenzamos tomando un entrante de salpicón. Rape, langostino, un poco de cebolla, un excelente AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra) y un toque suave de vinagre. Producto, producto y producto. De los mejores que he probado.
Continuamos con algo muy nuestro: guiso de bahía. Unos calamares encebollados acompañados de arroz blanco. Calamar guisado poco a poco, entre grandes cantidades de cebolla y pimientos. Un guiso meloso de calamar en cuya salsa se baña el arroz, donde toma nombre y apellidos del calamar impregnandose de su sabor, delicioso. El calamar, por su parte, blando pero no deshecho. Auténtico guiso marinero. Recomendable.
Y continuamos con unas almejas a la marinera. Almeja de Pedreña con su duro caparazón, recien abiertas y servidas. Acompañadas de la tradicional salsa verde, de nombre marinera por estos lugares cercanos a la mar, destino de grandes cantidades de pan a modo de barcos para disfrute de los comensales. Otro acierto.
Y para terminar el apartado salado: unas albondigas de merluza y gambas. Jugosas, con una salsa fruto de fument de pescado, acompañados de unas patatas fritas que en esta ocasión utilizamos también a modo de barcos, lo que les impregna del sabor de las albóndigas, algo que me encanta. Si por separado me vuelven loco, juntas son de escándalo.
Y para terminar la tradicional y tan cántabra tarta de queso al horno acompañada de una mermelada de frutos del bosque, buenísima.
En resumen, el sitio sigue como lo recuerdo, sirviendo calidad. Del precio no puedo deciros mucho pues me invitaron, en las otras ocasiones me ha parecido un precio bastante ajustado. Yo ya se donde acercarme cada vez que vengo al Pesquero.