Hemos Comido…en el Cenador de Amós, se encuentra ubicado en una hermosa Casona Palacio del Siglo XVIII, rodeada de un amplio jardín.
Desde sus comienzos haya por 1993, hasta el día de hoy, ha logrado alcanzar un puesto de relevancia en el panorama nacional. Los expertos lo califican como un lugar exclusivo, donde sus propietarios han sabido crear un ambiente de acogedora elegancia. El día deja entrar la luz natural que recorre sus estancias, mientas que la noche transforma el ambiente con tenues luces y el calor de las velas en su interior. Un lugar encantador para cualquier celebración o reunión.
El restaurante se compone de diferentes salones, donde cada uno de ellos ofrece su propia personalidad. El comedor central, es un antiguo patio de caballos donde la luz natural entra por sus amplias cristaleras. La luz, la piedra, el espacio, la calidez… son algunos de los elementos que arropan cada uno de los seis comedores diferentes donde disfrutar de una cocina de autor, perfecta, pensada y trabajada con mimo.
Además, el establecimiento posee una selecta bodega con más de 300 referencias, terraza donde disfrutar de copas y aperitivos, jardín, Aula de Cocina y Cata…
A la cabeza de este proyecto se encuentra Jesús Sánchez, galardonado y mediático cocinero, de hecho, el Cenador de Amos cuenta con una estrella de la prestigiosa Guía Michelin desde el año 1995.
Este lugar guarda un especial significado para mi paladar hay platos que he degustado que luego no he vuelto a encontrar y que permanecen en mi memoria, siempre sirven un aperitivo que a mí me encanta, he comido bastantes veces en este local y no sabría decir cuál de ellas ha sido la mejor, el lugar es especial, el trato es especial y la comida espectacular un lugar para pasar una muy larga sobremesa posterior a la comida o a la cena pues el sitio anima.
En definitiva un lugar para recomendar.
Lo único que tienen en su contra estos sitios es el precio, pero hay que ser comprensivos con ello pues al observar las instalaciones y el tipo de cocina terminas entendiendo, en resumen un lugar recomendable para ocasiones excepcionales.
Jesús Sánchez viene realizando en los últimos años un esfuerzo titánico. Ha crecido en todo: en clarividencia, reflexión, erudición, técnica, rigor, ambición…práctica una culinaria más profunda, sólida, novedosa, original, compleja, cromática… importante es la palabra que comprende y define todo. Cada fórmula encierra siempre o casi siempre un trabajo improbó que se recrea en la imaginación y el refinamiento. El espectáculo gastronómico está más que asegurado.
Basta dar un repaso a los títulos más ilustres para comprobar la magnitud de la obra. Ahí está el hígado de pato a la plancha salpicado chispeantemente con mermelada de café y sopa de melón o uvas, según temporada. Ahí está el refinado, sofisticado y sibarítico perfecto caramelizado de hígado de pato sobre bizcocho de vinagre con gelatina de moscatel y flores.
Ahí está el timbal de huevo, espectacular, cuya clara toma forma de suflé, que esconde en su seno una líquida y manjarosa yema, que al explotar se entremezcla con un caldo de pimiento rojo, dispuesto sobre una crema de queso Guriezo y espolvoreado de anchoas picadas con migas. Ahí está el lúcido y saciador recorrido por las texturas de varios quesos cántabros, que brinda cuatro temperaturas, consistencias y sabores a cuan más atractivos y logrados: helado de picón, crema fría de mezcla, fundido tibio de nata con anchoas en salazón de Sanfelippo encima y sopa caliente de queso ahumado con mermelada de tomate. Ahí está el gulesco arroz con cachón vestido con un artístico velo de canela que aporta esplendorosos contrastes visuales y sápidos. Y ahí está el solomillo de bacalao asado con harina de setas y jugo ligero de buey, la más legendaria y rotunda de las fórmulas ideadas en esta magnífica casa.
Entre las últimas novedades hay unos cuantos grandes platos. Estelares los pescados a la sal, cocidos con ingenio a baja temperatura sobre pastillas formadas por sal, carbón y hierbas, lecho que potencia sus aromas y sabor manteniendo inmaculadas y jugosísimas las carnes. La ventresca de bonito se ofrece sobre un jugo de verduras y carne, con unas patatas y pequeños puerros; sobresaliente. La lubina con unas lascas de hinojo al dente, rocula y hierbas; al borde de tan meritoria nota. A su vez nobilísimo e impecable técnicamente el lomo de vaca pinta envuelto en una suculenta costra de maíz con una reducción de cebolletas. Las navajas salteadas con rodaballo, pochas de Santoña y arroz conjugan pureza con sabrosura en una construcción integral y compleja en la que el mar se explaya. Y los ñoquis de coliflor con mollejas y jugo de queso tienen cierto encanto y convencen sin llegar a ser un alarde intelectual o de virtuosismo.
Antaño fue un salón de baile. En la actualidad, las notas musicales y los pasos han sido sustituidos por lecciones de cocina y magníficas comidas y cenas degustación.
El espíritu lúdico y el afán por disfrutar y alcanzar esos pequeños momentos de felicidad siguen intactos.
Porque el Aula de Cocina del Cenador de Amós se convierte, ahora, en el escenario en el que Jesús Sánchez ofrece exclusivas veladas privadas.
Toda una delicia. Se trata de una genial experiencia gastronómica que estimula todos los sentidos. Es la última tendencia, la llamada ‘private kitchen’ o ‘cocina en privado’, procedente de los círculos más selectos y sibaritas de países como Estados Unidos.
Las reglas básicas son: un espacio exclusivo e íntimo, un número reducido de invitados y un reputado chef que despliega sus mejores bazas en vivo y en directo, sin trampa ni cartón.
Sánchez cumple con las normas y en el aula que ocupa la planta superior de su restaurante, en una antigua casa-palacio del siglo XVIII catalogada como bien de interés local, recibe a un máximo de ocho comensales. Ante ellos, elabora los platos que degustarán y desvela las claves de su delicada cocina, la que le ha convertido en una referencia dentro del panorama nacional e internacional y por la que ha merecido una estrella Michelin, dos soles Repsol, y un 8,5 en la Guía Gourmetour.
Como es habitual en su trabajo, el chef muestra su gran debilidad por el producto pero además es en estas ocasiones cuando se permite el placer de improvisar y no ceñirse a la carta del restaurante.
El resultado es, desde el primer y hasta el último bocado, una muestra del respeto que siente hacia los mejores pescados, mariscos, carnes y quesos de la tierra cántabra.
Los clientes gozan del privilegio de degustar especialidades únicas y observar el minucioso trabajo que hace que cada plato sea una delicia. El comensal, naturalmente, puede mostrar sus preferencias y decidir si quiere un menú a partir de algún producto concreto.
En cualquier caso, si expresa algún deseo o sencillamente se deja agasajar, la sorpresa está asegurada ya que el cocinero hace alarde de una técnica impecable y de una gran sensibilidad.
Marián Martínez, esposa de Jesús, supervisa el impecable servicio de esta mesa y Teresa Fernández, sumiller, logra que la selección de vinos no deje indiferente a nadie. Y es que el maridaje con las diferentes recetas supone otro atractivo de estas exquisitas reuniones.
Cada cita es irrepetible y la sumiller elije con sumo acierto los caldos que acompañarán y estimularán los sentidos. El carácter único e irrepetible, cada ingrediente, el aroma de los platos, la atmósfera… sin duda, algo mágico invade la última planta del Cenador de Amós durante las veladas privadas que recuperan la alegría de aquellas noches de baile.
El Aula de Cocina es un marco inusual, cuyo encanto radica en la mezcla de elementos antiguos, como el suelo original de cerámica hidráulica, y otros tan vanguardistas como el equipamiento y electrodomésticos de la firma Bosch.
De octubre a mayo, el chef y propietario de este magnífico restaurante comparte con sus alumnos la pasión culinaria que ha convertido en motor de su vida.
Ahora, además, es donde recibe como el gran anfitrión y cocinero que es.
Por El Mule