Hemos Comido…dos días de tapas por Málaga, aunque estuvimos dos noches de visita a esta encantadora ciudad que es Málaga. Os voy a relatar nuestras experiencias gastronómicas en los bares de la ciudad.
17 y 18 de enero de 2014. Aunque el resto lo nombraré en orden cronológico, empiezo diciendo que los desayunos de los dos días los hicimos en un clásico de la ciudad: Casa Aranda (Herrería del rey 3).
A lo largo de los años se han ido haciendo con varios locales a lo largo de la calle y lo típico son unas porras más del estilo de Madrid, muy ricas.
El primer local donde entramos a tapear es otro clásico de Málaga: La Campana (Granada 35). Es un local pequeñito con pocas mesas altas y donde puedes degustar de todo tipo de frituras y delicias malagueñas.
Una cosa típica del local, que da su nombre es una campana, que no se ve muy bien en la foto que toca el camarero cada vez que un cliente deja su propina.
Aquí empezamos por unos de mis tapas preferidas: unas tortillitas de camarones, crujientes y sabrosas.
Para continuar, nos llamaron la atención unas tortitas de bacalao con miel de caña, muy ricas.
Y para terminar, unos pinchitos de gambas, a los que quitaría la mahonesa. Aunque eso debe de ir en gustos.
Continuamos la gira en el bar de enfrente: El Piyayo (Granada 26). Todo lo contrario que La Campana, es amplio y cómodo y puedes comer, aparte de tapear.
Después de dar cuenta de unas aceitunitas de aperitivo, el más común por aquí, nos decidimos por tres medias raciones. Esto merece un comentario, pues resulta muy cómodo para el cliente, según el grupo de personas en cada momento. Se tiene la “tapa”, la “media ración” y la “ración”, de forma que pudimos pedir más cosas pidiendo medias raciones.
La primera media ración que tomamos fue una ensalada malagueña: con bacalao, patata y (como no) aceitunas. Riquísima.
Seguimos con unos boquerones fritos al limón, que nunca habíamos probado. De lo mejor que tomamos en Málaga. Deben dejarse macerando en limón para luego rebozarse y freirse de esa manera tan especial que sólo saben hacer tan bien por estos lares.
Terminamos nuestra degustación aquí con una ración de adobo, otros de mis pecados confesables. El problema es que estaba hecho con cazón sin limpiar bien y había que comerlo con cuidado para echar esa especie de hueso que tiene dentro. A mí por lo menos me resulta molesto y es una pena porque el adobo estaba de muerte.
Después decidimos tomarnos un cafetito en La Tetería (San Agustín 9), un rincón muy agradable del centro al que volvimos el día siguiente.
El local está bien decorado y se puede degustar todo tipo de infusiones, cafés, chocolates, dulces, tartas caseras, etc.
En nuestra primera visita nos inclinamos por un té moruno y un café con canela, junto con unos dulces árabes.
Ya a la tarde empezamos por un clásico, clasiquísimo de Málaga: la Bodega Casa del Guardia (Alameda Principal 18), un sitio típico a más no poder, repleto de tonelillos de vino.
El vino se toma en la barra, muy larga y con pocas cosas para elegir de comer, aunque aquí se viene a tomar un fino, no a comer.
Como somos poco dados al vino dulce nos fuimos por un seco y un semiseco. El coste de la consumición lo anotan con tiza en la misma mesa, como podéis ver en la foto.
De acompañamiento, unas gambitas.
Terminamos el día en algo totalmente diferente: Las Merchanas (Mosquera 5).
Es lo que suelen llamar un bar de cofradía o taberna cofrade, repleto de adornos de la semana santa malagueña. Merece la pena visitarlo.
Aquí probamos el pajarete, un tipo de vino semiseco…
…y un montadito de pringá, rico, rico.
En el día siguiente empezamos con un bar de mucho éxito en Málaga, que ha abierto un par de sucursales: Pepa y Pepe (Calderería 9).
El local recuerda un poco a La Campana, pequeño y con mesas altas dentro y fuera del local.
Aquí nos inclinamos por medias raciones de berenjenas fritas con miel y fritura variada.
La ración de berenjenas, muy sabrosas, era enorme y creíamos que se habían equivocado y nos habían puesto una ración completa.
Por su parte, la fritura no estaba mal; pero eché a faltar más pescadito.
Para terminar el tapeo fuimos a un local vecino, para probar tapas más elaboradas: Matahambre (Calderería 7), de la que existen varias sucursales por toda Andalucía.
El local es muy grande, con dos pisos y dispuesto con mesas altas. A pesar del tamaño, estaba a rebosar de gente. La carta es variada y no sabes qué elegir entre tantos pinchos, raciones y demás exquisiteces.
Primero tomamos dos tortas de Foie, queso y membrillo y de txangurro. Aunque lo llaman tortas (más bien tortitas) son pinchitos con una base de blini, sabrosos pero pequeños.
Después probamos media ración de croquetas de jamón, muy normalitas que sabían más a pastillas de carne que a jamón.
Para terminar, un “estoque” de cordero, bastante aceptable; pero escaso.
En resumidas cuentas, me quedo más con los bares clásicos que visitamos, que con este lugar. Entiendo que tiene mucha variedad; pero la relación calidad/precio deja de desear.
Para terminar la tarde, acabamos otra vez en La Tetería, donde degustamos en este momento una tarta casera de zanahoria.
No puedo dejar de comentar un sitio típico de Málaga, que al final no dió tiempo de visitar: El Pimpi (Granada 62). Es un clásico de la ciudad y, aunque parece dirigido al turista, no deja de tener su encanto.
Y así terminamos nuestra gira por esta encantadora ciudad andaluza.
Por Antonio del Campo