Un calendario para mirar la ciudad Marta Valledor convierte el Mercado de la Esperanza en estudio y musa

Hay dibujos que no se miran: se escuchan. Uno se queda embelesado siguiendo cada trazo, cada gesto, como si el lápiz respirara. Esa es la magia del trabajo de Marta Valledor, y también el punto de partida de un proyecto que transformará la vida cotidiana del Mercado de la Esperanza en arte para acompañarnos durante todo 2026.

La artista que vuelve a casa para mirar de nuevo

Marta Valledor (Santander, 1995) pertenece a esa generación de creadoras que han construido su mirada viajando. Graduada en Bellas Artes y especializada en grabado y producción gráfica en la Academia Eugeniusz Geppert de Wroclaw, ha vivido entre Polonia, Madrid y Barcelona antes de regresar a Santander. Ese ir y venir se nota en su obra: hay observación paciente, pero también una curiosidad que no se conforma con lo evidente.

En los últimos años su trayectoria ha despegado con fuerza. Ha participado en Artesantander 2024 y 2025, ha sido seleccionada en programas de producción del Gobierno de Cantabria y ha impulsado residencias artísticas locales como Casyc Crea. Su trabajo, cada vez más sólido, combina investigación gráfica, dibujo inmersivo y una atención casi antropológica a los espacios que habitamos.

El Mercado de la Esperanza como estudio

La nueva iniciativa del Mercado de la Esperanza busca precisamente eso: acercar el arte a la vida diaria y convertir un espacio de compra en un lugar de creación. No es una metáfora. Valledor trasladará literalmente su estudio al interior del mercado para trabajar in situ, una práctica habitual en disciplinas como el dibujo documental o la etnografía visual, que consiste en crear desde el propio lugar que se quiere representar.

Durante semanas convivió con el ritmo del mercado: las voces de los comerciantes, el olor a pescado recién descargado, la arquitectura modernista que sostiene la luz, los gestos repetidos que forman la coreografía diaria de la plaza. Todo ese material sensible —texturas, sonidos, movimientos— se convertirá en ilustraciones que capturen la esencia del espacio sin idealizarlo.

El mercado, mientras tanto, se transformará en una especie de galería viva: un lugar donde vecinos, visitantes y curiosos podrán ver a la artista trabajar, preguntar, observar y, en cierto modo, participar del proceso.

Un calendario para 2026 que celebra la vida cotidiana

De esta experiencia nacerá un calendario artístico para 2026, una pieza editorial que reunirá una selección de las ilustraciones creadas durante la residencia. Cada mes será un pequeño homenaje visual a la vida del mercado: un puesto, un gesto, una escena fugaz que quizá hemos visto mil veces sin detenernos.

Además, se editará una serie limitada de láminas en distintos formatos, pensadas para quienes quieran llevarse a casa un fragmento de esa mirada.

El proceso será documentado en vídeo y fotografía, generando contenido para redes sociales que permitirá seguir la evolución del proyecto y, al mismo tiempo, reivindicar el valor cultural, social y humano del Mercado de la Esperanza.

Un proyecto que dinamiza y conecta

En la presentación, Marta Gómez, presidenta de la Asociación de Comerciantes, subrayó la dimensión comunitaria de la iniciativa. No se trata solo de arte, sino de dinamizar el mercado, atraer nuevas miradas y reforzar el vínculo entre comerciantes, vecinos y visitantes. En palabras de la organización, el objetivo es posicionar el mercado como un espacio donde conviven la tradición y la creatividad contemporánea.

Etiquetas del articulo

Compartir

Categorías
Scroll al inicio