En la calle Tetuán de Santander se encuentra Seña, un local que se ha consolidado como una parada interesante para quienes buscan buena cocina en raciones.Una carta breve pero bien enfocada y una selección de vinos cuidada. La atención suele estar en manos de Aroa, que demuestra un conocimiento notable tanto del mundo del vino como de la oferta del propio restaurante, algo que se agradece cuando uno quiere acertar en cada elección.

La carta de vinos, aunque no es extensa, está bien planteada y permite disfrutar de una selección por copas que invita a maridar cada plato con un perfil diferente. Esto resulta especialmente útil en un lugar donde la carta de comida está diseñada para compartir y recorrer varias elaboraciones en la misma visita. Además, Seña ofrece a diario un plato de cuchara, una propuesta que refuerza su apuesta por la cocina tradicional actualizada.
Un recorrido por los platos


La comida comenzó con un Viña Zorzal chardonnay, vino blanco navarro fresco y equilibrado, ideal para abrir apetito. Llegó acompañado de unas olivas y una crema de queso que sirven como aperitivo mientras se prepara el primer pase. A continuación apareció una Gilda reinterpretada, elaborada con calabaza, bocarte ahumado y queso de Lleldiria, una combinación que ofrece contraste entre vegetales, pescado y lácteos.
No podía faltar uno de los bocados más representativos del local: el mejillón tigre bautizado con fino. La mezcla entre la bechamel especiada del tigre y el toque del vino genera un resultado aromático y sabroso, que mejora notablemente el bocado tradicional. En este punto cambié al cava brut nature de Suriol, un espumoso equilibrado y de gran frescura que terminó por convencerme hasta el punto de regresar al día siguiente para tomarlo en barra.


Uno de los momentos más interesantes fue la degustación de aceite malagueño con predominio de la variedad picual. Su intensidad y su característico matiz a tomatera lo convirtieron en una cata breve pero muy disfrutable. Después llegó el escabeche de lengua de vaca, una preparación que aporta textura y profundidad a una pieza que no suele ser habitual en muchas cartas. Aquí la combinación entre la acidez del escabeche y la melosidad de la lengua dio como resultado un plato especialmente atractivo.

La oreja sizzling, servida con cebolla morada y un aliño filipino, toma como referencia el conocido plato filipino sisig. La idea es presentar la oreja en una sartén muy caliente para lograr ese efecto crujiente y el chisporroteo característico. El resultado es interesante, aunque en mi caso no terminó de convencer del todo. En cambio, las albóndigas de jabalí resultaron un acierto: jugosas, bien condimentadas y acompañadas de una salsa tipo española intensa, que encajaba perfectamente con el puré que hacía de base.



Un vistazo a la cocina: el Kamado como herramienta clave
Durante mi segunda visita, motivada por el cava, pude observar el trabajo en cocina y el empleo de un Kamado, un elemento que aporta matices ahumados y texturas particulares a diferentes elaboraciones. En ese momento el cocinero preparaba una coliflor quemada para una ración que incluye huevo poché y setas, una combinación que queda pendiente para la próxima visita y que promete buenas sensaciones.





Conclusión
Seña es un local donde la cocina en raciones, los platos de cuchara y la selección de vinos bien escogidos se integran de forma coherente. No pretende abarcar demasiado, pero lo que ofrece está trabajado y resulta convincente para quienes buscan una experiencia gastronómica apoyada en elaboraciones claras y un servicio que orienta con acierto.
Por El Mule
📍 Ubicado en: C. Tetuán, 31, 39004 Santander, Cantabria
📱 Instagram: @sena.winebar
