La Mutua Anchoateca de Santoña epicentro de la mejor anchoa del 2025
Visitar Santoña y no pasar por La Anchoateca es casi un sacrilegio para cualquier aficionado a la gastronomía cántabra. Este espacio se ha convertido en parada obligada para quienes buscan degustar la anchoa en su forma más pura, y en mi caso, aprovechar las vacaciones para abastecer la despensa de cara a las celebraciones navideñas.


La visita coincidió con un acontecimiento relevante en el sector conservero: la conservera familiar Nuevo Libe se alzó por primera vez con el galardón a la Mejor Anchoa del Año 2025, en la prestigiosa cata organizada por la Cofradía de la Anchoa de Cantabria. Este concurso, que reúne a las principales conserveras de la región, es un referente para medir la calidad y el trabajo artesanal que caracteriza a Santoña, considerada la capital mundial de la anchoa.
En la barra de La Anchoateca, la tradición manda: un octavillo de Nuevo Libe acompañado de vermut y pan. El octavillo, esa pequeña lata de ocho filetes perfectamente alineados, es la unidad de medida más popular para disfrutar de la anchoa en su versión más directa. La textura firme, el punto justo de salazón y la limpieza del filete hablan del esmero en el sobado y envasado, procesos manuales que siguen siendo la clave de la excelencia en este producto.


El vermut, con su toque amargo y especiado, funciona como contrapunto ideal para equilibrar la intensidad de la anchoa. El pan, sencillo pero imprescindible, ayuda a redondear la experiencia. Todo ello en un ambiente otoñal típico de Cantabria: cielos cambiantes, claros intermitentes y lluvia que aparece sin pedir permiso.
Más allá de la anécdota del desayuno, esta parada confirma el papel de Santoña como epicentro de la gastronomía cántabra y de un producto que ha trascendido fronteras. La anchoa no es solo un ingrediente: es un símbolo de tradición, de trabajo artesanal y de identidad local.

