Comida veraniega de mules, nos reunimos una buena parte de la banda, aunque se notaban faltas.

Nano se encargó de buscar el lugar y escogió uno de los menús que tiene predefinidos en este popular restaurante de la zona cachonera de Maliaño.

La comida se centró en menú bogavante y menú carne. El primero consta de un buen perol de arroz con bogavante, con el cual comen de sobra tres comensales. Este es uno de mis arroces con bogavante favoritos, caldoso, sabroso y crustáceo a la vista, nada de langosta americana. Por cierto, es recomendable dejar reposar un ratuco al arroz, los ansiosos lo van a disfrutar algo menos.

Antes de comenzar con el arroz nos sirvieron la parte inicial del menú de la carne, una bandeja de ibéricos que cubren el expediente sin estridencias, pero acordes al precio del menú.

Terminamos con la chuleta que forma parte del menú carnívoro. Una buena chuleta de buen sabor y justa terneza. Terminamos de hacerla en la piedra, algo que sigue de moda entre ciertos comensales y que sabiéndolo de antemano es mejor pedir mesa en la terraza; así recibes una parte menor de olor a chuleta que recibirías si te sientas en el comedor, donde se juntan una buena cantidad de piedras calientes generando a veces una consistente bruma.

Este restaurante siempre ha sido un lugar de encuentro de grupos, con una buenísima relación calidad precio y unas buenas viandas. No ha cambiado desde que lo conozco, esa es quizás una de las razones de su éxito.

Otro apunte, reservar no es tarea nimia.

Por El Mule

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