Hemos Comido…en Casimira, un lugar que se ha ganado un gran prestigio por su buen hacer y sobre todo por cultivar la cocina fresca, de cercanía.
Septiembre 2017. A quien le preguntes por Casimira y lo conozca te va a alabar tres cosas, sus tostas hechas en el momento, su tortilla mañanera y sus tomates, pero lo que el público en general no sabe es que hay mucho más, y que habitualmente elabora una cocina de mercado de mucha calidad.
Siempre dentro de la cocina clásica y de la oferta estacional. Quizás una de las razones por las que no lo visito más a menudo es por su cercanía a casa, pero cada vez que me acerco, sea por la razon que sea, su oferta gastronómica me llama y mucho la atención.
En esta última visita me fijé en el pisto manchego, algo que me chifla, venía acompañado de un huevo poché o escalfado, como más os guste y una serie de verduras que se habían pelado una a una durante toda la mañana como pude constatar.
El pisto manchego, también conocido simplemente como pisto, es un plato tradicional de la cocina española que consiste en una fritada de diversas verduras de composición variable, posiblemente aquellas más accesibles durante la temporada en una huerta. Aquí en Cantabria dos de los principales ingredientes del pisto estaban en aquellas fechas justo en temporada: tomate, pimiento, cebolla y calabacín.
El resultado os podeis imaginar, ni una piel en el plato y sabor a raudales, el dulzor del tomate de Cantabria, el poderío del pimiento y la ligereza de la cebolla, acompañado de la gelatinosidad que aporta el huevo, da como resultado este pisto que más que pisto es un vicio.
De segundo albóndigas de solomillo. Las albóndigas son unos de mis preferidos preparados de carne, muy por encima de las tan de moda hamburguesas, yo mato por un bocadillao de albóndigas con una buena salsa, y una hamburguesa resulta más bien un salir del paso, algo para quitar el hambre.
Bueno, estas albóndigas o pelotillas que las llamaba mi abuela, venían acompañdas de una salsa de zanahoria y cebolla que estaba para quitarse el sombrero y unas patatas muy bien hechas, por supuesto artesanas.
Como os vengo diciendo a lo largo del artículo, la mayoría de las elaboraciones del lugar son de muy alta calidad primando los ingredientes y elaboraciones clásicas, el servico resulta muy agardable y el precio muy bueno.
Por El Mule