Final de trayecto en Casa Segis, después de visitar Cofiño, a la sombra de los plátanos de la bolera donde ubica su terraza.
Lleno, no me extraña. Se ha visto reducido su aforo, así que o reservas o lo llevas claro, eso de ir de bar en bar tomando raciones parece ser que, al menos de momento, se acabó.
Cecina de cebón, a mi me gusta tanto una buena cecina como un buen jamón, algo que raramente pido pues suelo ir a los restaurantes a que me cocinen o a que me sirvan algo poco corriente.
Pero esta cecina estaba claro que era única. En cierta ocasión tomé algo parecido de wagyu, pero esta me gustó mucho más, untuosa y sabrosa, sin el dulzor característico de la anterior.
Comenzamos con una chuleta de tudanca que se anunciaba a la entrada con diez años y 95 días de maduracion. El resultado salta a la vista y, como sule ser norma de la casa, acompañada de patatas y diferentes tipos de sal.
Acompañamos la carne con el tomate emblema del valle, de Gabi. Muy bueno para ser tan temprano, cortado como a mi me gusta y acompañado de sal. Algo menos maduro hubiera estado mejor.
Fin de fiesta en Segis, muy recomendable.