Hemos Comido…en Cadelo, mi taberna ilustrada preferida. De esta comida, como suele ser habitual, subí las fotos a facebook antes de hacer el artículo, junto a algún comentario.
Noviembre 2016. En esta ocasión subí parte de la letra de la canción de Los Ronaldos:» No puedo vivir sin ti», y es que me parece la mejor manera de definir mi relación con este local, no me han defraudado nunca y siempre salgo contento con todo.
Ha habido novedades en la carta desde la última vez, no hace mucho por cierto.
Fue en viernes y asombrosamente estábamos solos, después de un lleno total durante toda la semana y con fechas bastante extendidas para conseguir mesa en fin de semana. Nosotros dos comimos acompañados por el servicio y algún despistado que pululaba por la barra, todo un enigma según Edu.
En la bebida nos decidimos por unas garnachas de Bodegas Marañones, 30.000 Maravedíes, un vino madrileño que nos dejó un buen sabor de boca. El origen de su nombre hace referencia al precio que pagó Don Alvaro de Luna, condestable de Castilla, maestre de la Orden de Santiago y valido del Rey Juan II, por la adquisición en propiedad del Señorío de San Martín de Valdeiglesias.
Un vino untuoso con taninos muy golosos y una buena persistencia acompañado de notas a fruta madura de cerezas y frambuesas y una sugerente nota de mineralidad.
Nacho Laherrán y Eduardo Ruigómez toman su propio rumbo en el Río de la Pila, un rumbo bien claro con la calidad de producto y de elaboracion como destino, y vaya si llegan a buen puerto.
Comenzamos con las ineludibles gambas a la sal. Un gambón de gran callidad y un punto único, están fantásticas, su originalidad las convierte en auténtico objeto del deseo. Las gambas están maceradas a la sal, con vinagreta de tomate y eneldo.
De segundo algo nuevo, una lasagna de carne y setas, acompañada de un tomate muy especial. Una estrambótica, sugerente y sabrosa pasta de diferente hechura a cualquiera anteriormente conocida, muy recomendable.
Y para terminbar con el salado, el cerdo a baja temperatura. Una carne, como yo digo, en tiras, que se deshace con tenedor y cuchara, acompañada de una sugerente y fresca mostaza y algo que sorpende por su maravillosa armonía, el pepino cortado en finas láminas, algo de cebollino y unas sabanitas de queso. Una ejecución magistral y fresca para ser una carne tan contundente, perfecto.
Para terminar dos postres de los ya tradicionales del lugar pero no por ello menos deseosos. Fresas infusionadas con granizado de sangría y crema de vainilla con jalea de rosas.
Esta vez me tocaba invitación y sorpresa y hubo de las dos cosas, mi invitado quedó encantado y ya ha reservado para repetir. Nunca me dejas mal. Está claro que no puedo vivir sin ti.
Por El Mule