Carrales de Cayón es el nombre de la primera producción de vino en los Valles Pasiegos tras más de 150 años sin vides en la comarca.

El matrimonio formado por Nery y Sonia, ha puesto en marcha una explotación vitivinícola de variedad Godello en Esles de Cayón, que en este 2010 ha presentado su primera cosecha con excelentes resultados.

En la finca Las Araucarias donde maduran y se miman la cepas de la variedad Godello, se elabora y embotella este vino luego de  una rigurosa selección de uvas, aplicando los mejores procesos de vinificación par obtener este vino blanco de excelente calidad, afrutado, pleno de aromas, amable en boca y con un agradable retrogusto que expresa las nobles características de esta exquisita variedad.

Neri Ojeda con la ayuda David Viadero,  han puesto en marcha esta bodega con la variedad de uva «Godello». En la actualidad tiene plantadas tres hectáreas de vid, a una altura de unos 800 metros sobre el nivel del mar, en la modalidad de espaldera y que han producido un primera cosecha de 5000 botellas. En esta próxima temporada se pretende llegar a las 10.000 botellas puestas en el mercado y así acercarse a la rentabilidad empresarial haciéndose un humilde pero merecido puesto en el mundo vitivinícola.

 

La Uva

godello

Esta variedad del uva es una de las mas antiguas de la península, se referencia a ella ya en tiempos del Imperio Romano, es característica de la zona de Denominación de origen Valdeorras y también en menor medida en la Denominación de Origen El Bierzo.

Originaria de las laderas del rio Sil se cultiva principalmente en Valdeorras y Bierzo, y ahora en Cantabria. Adaptada a suelo seco, no le favorecen los suelos húmedos. La mejor calidad se da en suelos de ladera de fertilidad media.
Variedad precoz y de maduración muy determinada. El racimo es muy pequeño, de forma cónica. La baya es de tamaño mediano,forma elíptica y color verde-amarilla. Sus vinos alcanzan una graduación de 11,5 a 12,5 º y acidez reducida. Son de color amarillo-pajizo, perfumados, duraderos en el tiempo, evolucionando lentamente y con gran cuerpo. Sus aromas recuerdan a la manzana.

La uva godello presenta un perfil aromático muy complejo y disperso, menos definido que otras variedades blancas, aún así, suelen ser bastante distintivos los aromas rústicos, cargados de mineralidad, fruta blanca con toque herbáceo y una muy ligera fragancia floral. En boca tienen una presencia más potente e intensa que otras uvas gallegas, mas glicérico, con intensa y fresca acidez, equilibrados y bien estructurados. A la vista suele presentarse como muchos otros vinos con matices amarilo-verdosos.

Interesante es la capacidad de mejora que presenta tras un moderado envejecimiento en barrica de madera, suelen mostrarse más amables en boca, más sedosos y cremosos, mucho más rico en matices que se incorporan sin por ello perder la tipicidad frutal y un mayor y más intenso paso por boca. La intensa acidez que presentan de cuando jóvenes, se atempera con el paso del tiempo, pasando a segundo plano, como báculo donde apoyar el resto de generosos matices incorporados.

Esles de Cayon

Los primeros vestigios arqueológicos que nos pueden confirmar la existencia de pobladores en esta zona, se reducen a algunos hallazgos aislados localizados fuera de contexto. Entre ellos destacar la existencia de un hacha pulimentada sin adscripción cronológica concreta. Las primeras referencias documentales se refieren a la Alta Edad Media, concretamente a los primeros años del siglo VIII, cuando la llegada de gentes de Castilla, favorecida por los planes Repobladores de Alfonso I, pobló la mayor parte de las tierras de la actual Cantabria. En el 811, aparece documentado el monasterio de San Vicente de Fístoles, de tipo dúplice, lo que confirma un poblamiento anterior.

En Esles se pueden ver numerosas casas señoriales blasonadas ubicadas en amplios jardines, alternadas con casas tradicionales. En el barrio La Calle, junto a una vieja bolera, está la casa donde nació el Brigadier de Marina Don Juan Antonio Gutiérrez de la Concha, que acompañó a Malaspina en la «vuelta al mundo» a finales del siglo XVIII y regentó importantes cargos de gobierno a lo largo del XIX. La casa es de piedra de sillería y tiene un arco en la fachada. Sobre uno de los machones aparece el blasón de esta familia y una inscripción que hace referencia al personaje que allí nació. Frente a ella, orientada a la solana, otra magnífica casa solariega presenta en la fachada un gran escudo con las armas de Gutiérrez, Concha y Montero.

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Las viñas se encuentran en una ladera orientada al sur a unos 800 metros de altura y sobre una tierra muy positiva para este tipo de cultivo, con una base de piedra caliza, el microclima de este lugar es de lo más propicio para el cultivo de este tipo de uva.

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Proceso elaboración del Vino Carrales de Cayon Bodegas Ojeda Suarez

El proceso comienza con la recepción y selección de uva, en ese momento se saca la despalilladora a la plataforma de recepción de la uva donde se separa del racimo y se rompe levemente la piel mediante un suave prensado, de aquí pasa a la prensa donde se realiza una pequeña criomaceracion durante tres horas en base a nieve carbónica, a partir de este momento el mosto se comienza a depositar en la parte de abajo de la prensa, y pasa a la nave adyacente para evitar contaminaciones.

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Se almacena en un deposito isotermo de acero inoxidable y encamisado donde se comienza la fermentación, a continuación se inicia el proceso de clarificación y descanso, este proceso se hace por medios naturales basado en tierras (bentonita) y frio, el deposito, está a una temperatura constante de 7º, mediante el cual conseguimos que se depositen las impurezas en el fondo del depósito, una vez terminado se traslada a través de un filtro de placas al depósito de reposo donde terminara el proceso en espera del embotellado.

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 Y por último el proceso de embotellado, se conecta el deposito a la máquina de embotellado que embotella, encorcha (tapón de corcho), lacra y etiqueta automáticamente el vino, dando como resultado el vino Carrales de Cayon de Bodegas Ojeda Suarez.

Explicado de esta manera puede parecer un proceso simple, pero no tiene nada de simple, siempre rodeado de distintas variables que inciden directamente en el resultado final, la realidad es que nos es una ciencia exacta, es más el resultado de la experiencia y de no dejar nada al azar.

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Vino Carrales de Cayon Bodegas Ojeda Suarez

 

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Esles de Cayon 

Notas de Prensa

Cantabria apuesta por albariño y godello para hacer vino de calidad
Los productores usan también la mencía, aunque la consideran una cepa autóctona que hace años que trabajan

El Gobierno autonómico autorizará en breve el uso de hasta un 20% de treixadura como «mejorante»
Cantabria se confirma como un destino más en la imparable dispersión del albariño por el mundo. Pero esta comunidad autónoma es además el punto de partida para dos uvas gallegas que se disponen a conocer un proceso extensivo similar: godello y treixadura.
Cantabria cuenta con dos zonas productoras agrupadas bajo la indicación Vino de la Tierra: Costa de Cantabria y Liébana. La primera produce fundamentalmente blancos; la segunda, tintos. Constituidas una y otra en el 2005, el Gobierno de la autonomía tramitó para ellas su configuración como indicaciones geográficas protegidas (IGP), y están pendientes del sello comunitario.
Vino de la Tierra Costa de Cantabria es una pequeña zona productora de los Valles Pasiegos con unas veinte hectáreas plantadas. Entre 10 y 12, con albariño. Los elaboradores están utilizando habitualmente la uva gallega mezclada al 80% con la riesling alemana o la chardonnay francesa, y las han incorporado al amparo de la universalidad de las variedades.
De godello hay tres hectáreas cultivadas por un productor que elabora un monovarietal, y una hectárea y media repartida entre varias fincas, también para un coupage con riesling (60% de godello).
Vino de la Tierra de Liébana trabaja con mencía, pero Cantabria sostiene que el cultivo de esta uva es tradicional en la zona, por lo que no la considera una incorporación gallega.
«Para Costa de Cantabria se va a autorizar también la treixadura, pero solo al 20% y como mejorante», afirma Manuel Lainz, jefe de la Unidad de Apoyo Técnico de la Oficina de Calidad Alimentaria del Gobierno de Cantabria, quien añade que esa autorización se publicará en un plazo «de 15 días a un mes».
La apuesta de la autonomía por las cepas gallegas responde simplemente al intento de conseguir en el menor tiempo posible un vino de calidad, al amparo de unas variedades muy acreditadas en el mercado.
«Tenemos al lado a los vascos, con el chacolí. También nosotros disponemos de esas uvas, y otras variedades autóctonas -explica Manuel Lainz-, pero teníamos cierta urgencia para sacar adelante las denominaciones y optamos por variedades ya contrastadas para hacer un vino decoroso, porque para las autóctonas es necesaria una investigación detallada, un camino larguísimo que podremos abordar llegado el momento».
La producción de las dos zonas no llega a sumar cien mil litros al año. En Costa de Cantabria trabajan seis bodegas y 12 productores. En Liébana, dos y 35, respectivamente, según el Gobierno cántabro.

En los Valles Pasiegos

Hace un siglo y medio todavía se hacía vino en los Valles Pasiegos de Cantabria. Pero entonces la vaca reemplazó a la vid y la llegada del ferrocarril sepultó la producción de uva al permitir la entrada de caldos riojanos y castellanos.
Pero 150 años después, ahora que la vaca ya no rinde, el productor Nery Ojeda y su mujer, Sonia, se han convertido en los primeros en plantar viñas otra vez en estos valles. Y la variedad a la que corresponde tal honor es la godello, con la que Bodegas Ojeda Suárez elabora su monovarietal Carrales de Cayón en la localidad de Esles de Cayón.
«Elegimos godello porque es la mejor uva blanca de España, y porque se trata de un bien escaso. No hay mucha y pensé que valía la pena meterme en este jaleo, que me da muchísimo trabajo», enfatiza.
El productor explota una ladera montana a 500 metros de altitud y a 35 kilómetros de la costa. Cultiva en espaldera y su primera cosecha, la del 2009, le permitió poner en el mercado (para restaurantes) 6.500 botellas, a siete euros cada una.
Para localizar las plantas adecuadas, Nery no dudó en buscar el origen: Galicia. «Antes de hacer el viñedo -explica el productor- realicé análisis de la tierra y compré el histórico de datos meteorológicos de la zona. Con todo eso me fui a Valdeorras y allí contacté con un experto viverista para determinar qué pies me convenían más en función de esos datos. Él seleccionó los viñedos y yo me traje los esquejes a Cantabria».
Una vez elaborado el vino, llegó la prueba de fuego, conocer su calidad. «Creo que he conseguido un buen producto -afirma-. De los hosteleros que lo prueban, unos dicen que está a la altura de los gallegos, y otros, que está muy bien para haberlo hecho aquí».
La bodega experimenta también con torrontés gallego, aunque no lo produce.

Alfonso Andrade la voz de Galicia 

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