Hemos Comido…en La Taberna del Mercado 1915, un lugar que seguro te va a gustar.
Junio 2015. A mi paladar le encanta la casquería, es una herencia materna, mi abuela materna fue la mejor cocinera que he conocido, fue cocinera profesional. Le tocó vivir épocas duras y su gran pasión era comer y cocinar, en este orden. Siempre decía que un buen cocinero es alguien que es capaz de hacer un manjar partiendo de algo básico o que la mayoría no valora y este es el caso de este tipo de elaboraciones de entraña o casquería.
Elaboraciones como el corazón frito, cortado muy finito, con mandolina, empanado y frito, los callos, la asadurilla, las manos de ministro y cordero, las mollejas, etc. Lo que ocurre es que son elaboraciones largas y complicadas, unos callos no es algo que se pueda hacer en un momento, y no solo hacerlos, limpiarlos. Lo mismo ocurre con la asadurilla, los sesos, las manos, etc.
Así que para mí la casqueria lo dice todo de un lugar, hay que cuidar mucho su elaboración, su limpieza, requiere de habilidad y paciencia.
Agustín, que como decia en un artículo anterior, es un husmeador de película, enseguida le echó el ojo a este lugar y tardó minutos en liarme para ir a comer. Este sitio es conocido por los alrededores por que hace unas hamburguesas de tamaño familiar, enormes y de buenísima calidad, así que los jovenes desfilan por aquí como locos en busca de este tipo de comida. También he de deciros que la propietaria anteriormente tuvo una carnicería en esta misma plaza de abastos, o sea que la calidad de la carne está asegurada.
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Mientras esperábamos las elaboraciones nos tomamos una caña y nos sirvierosn dos tapas (las tapas siempre son bien recibidas): unos encurtidos, pepinillos y aceitunas, y unas esquilas que, justo antes de comer, entran que da gusto. También nos sirvieron una torta bañada en aceite para la comida, pero a la vista del pan empezamos a tirar de él antes que nos sirvieran lo pedido.
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Y llegó el primero, asadurilla. La verdad, me recordaba un montón a la que hacía mi abuela. Sabor típico a higado, proporción de higado 50-50, unas patatas bien fritas. Enorme ración, comimos, intercambiamos impresiones y untamos, gozoso. La asadurilla es un plato típico de la cocina castellana realizado con vísceras de cordero. Habitualmente pulmón, corazón e hígado.
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De segundo seguimos con la casquería, unos callos de diez. Gelatinosos, picantes una pizca, blandos con el típico sabor de la salsa, acompañados de unas patatas fritas artesanas. Una elaboración perfecta y una ración muy generosa. Se desconoce el origen de este plato en la gastronomía madrileña, existen recetas del mismo que datan del año 1599 que en el libro Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán menciona el plato de callos como: “revoltillos hechos de las tripas, con algo de los callos del vientre”. Ya en el año 1607 Domingo Hernández de Maceras presenta una receta de callos bajo la denominación: «De manjar blanco de callos de vaca». Es un plato que nació en tabernas y que acabó con el tiempo en los más prestigiosos restaurantes.
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Y de postre un shusi de matanza, una torta de pan vaciada y rellena de jijas, morcilla, salchichas y coronado por un huevo, también acompañado de patatas artesanas. Con esto no pudimos acabar, ya veníamos servidos de las raciones anteriores, que aparte de ser generosas incitaron a pedir pan en más de una ocasión.
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En resumen, el lugar es de los que no te pudes perder si te gusta la casquería, si te gustan las hamburguesas igual. El precio es buenísimo, la atención también y la cantidad creo que os podeis hacer una idea a la vista de las fotografías. Por cierto, os he dejado una foto de unas patatas al ali oli que pasaron por delante con muy buen aspecto.
Lo va a petar en Astillero, si no al tiempo. Yo ya estoy contando los minutos para volver, hay que probar esas hamburguesas y alguna cosa más.
Plaza de Abastos puesto 20 39610 El Astillero
Por El Mule
«¿Que tienen… (filetes) sólo de 2kg? Creí que este era un restaurante especializado en carnes, no un salón de té para señoritas cursis con mantelitos de ganchillo rosssa!». Cuando Homer se pone sarcástico da mucho de sí. En este diálogo aparece una frase que me viene a la cabeza cada vez que me preguntan por la bebida en un restaurante y que yo asocio con una ingente cantidad de comida.