Hemos Comido…En Argüeso a pocos metros del Castillo del mismo nombre.
El pasado 9 de abril, acudimos con el grupo Cantabria Inusual a visitar El Castillo de San Vicente y el poblado cántabro en Argüeso. Por la tarde, tras comer en el restaurante El Castillo, siempre en Argüeso, nos dimos un paseo hasta el nacimiento del Ebro en Fontibre. Tuvimos la suerte de disfrutar de un día casi veraniego, lo cual nos permitió disfrutar aún más de las visitas al aire libre.
El castillo está localizado en el camino que unía Castilla con la costa a través del valle del Saja. Se trata de una fortificación medieval, de carácter defensivo y estilo gótico. Ejemplo más destacado de castillo roqueño en Cantabria. Pertenecía a la Casa de la Vega, y tras el matrimonio de Dña. Leonor de la Vega con D. Diego Hurtado de Mendoza, pasó al señorío de los Mendoza. Con anterioridad al castillo, hubo en el S IX una ermita dedicada a San Vicente, de ahí el nombre, y una necrópolis medieval de lajas de los S IX y X.
En cuanto al poblado cántabro, Se trata de una recreación de un Poblado Cántabro de la Edad de Hierro, con sus viviendas, enseres cultivos, y animales… el emplazamiento elegido y cada una de las construcciones corresponden a estudios de investigación realizados por diferentes arqueólogos e historiadores en distintos castros cántabros. Manteniéndose fieles a los materiales y técnicas de construcción durante este periodo histórico, solo se ha utilizado en su construcción arcilla, paja, agua, madera y piedra, centeno y escoba sin incluir ningún material moderno o de imitación. Es un interesantísimo trabajo de arqueología experimental de iniciativa privada.
Qué decir de nacimiento del Ebro…. La primera referencia romana sobre el río Ebro: fluvium Hiberum; is oritur ex Cantabris; magnus atque pulcher, pisculentus. «El río Ebro nace en tierra de cántabros; grande y hermoso, abundante en peces.»
Lo bueno de las visitas de la mañana y de comer en la misma localidad, sumado al excelente tiempo, fue que pudimos hacerlo todo andando, y no tuvimos que mover los vehículos hasta que nos marchamos.
Comimos el menú de fin de semana que fue más que aceptable; incluso algunos comensales indicaron que alguno de sus platos fue sobresaliente, además de, todos ellos, muy abundantes
El menú constaba de 4 primeros: Cocido montañés, garbanzos con callos, ensalada mixta y patatas con carne; y cuatro segundos: lubina y dorada al horno con patata panadera, estofado de ternera y lomo de cerdo, y postres caseros
Empezaré diciendo que la ensalada, cuya simplicidad es evidente, no podía estar más rica, con una lechuga y tomates con sabor a “huerta” y no a “Mercadona”. Los que lo tomamos coincidimos en que hacía tiempo que no comíamos una ensalada tan deliciosa.
Nada podemos decir de las patatas con carne, pues todos optamos por uno de los otros tres platos
En cuanto al cocido montañés, qué decir de él, cuando todos los que lo tomaron se repitieron, e incluso alguno se tripitió…. Abundante en cantidad y en compango, la alubia en su punto de cremosidad, y la salsa espesita, ya reposada, que es como debe ser.
Los que comieron garbanzos con callo, también probaron el cocido para comparar, y sus comentarios fueron: “pues no sabría con cuál quedarme de los dos…”, señal de que ambos estaban fantásticos.
En cuanto a los segundos , el estofado de ternera estaba muy suave, la carne muy tierna, se deshacía, como debe ser un buen estofado. Tanto la lubina como la dorada al horno estaban correctas, aunque por supuesto ambas eran de piscifactoría, pero con buen punto de horno, nada secas.
Tampoco pedimos nadie el lomo con patatas
Los postres todos caseros y muy buenos: mousse de limón, leche frita, tarta de la abuela, tarta de queso y arroz con leche, aunque debemos resaltar este último por su cremosidad y punto de azúcar, que no empalagaba.