Alto de Castro, vinos de altura
Blanco de Albillo Mayor
La Ribera blanca es una realidad con historia. La Albillo Mayor se oculta entre los viñedos de Tempranillo en la Ribera del Duero desde tiempos inmemoriales. Un juego del escondite que hace verdaderamente difícil su vendimia pero que también aporta carácter y tipicidad a unos vinos blancos difíciles de catalogar en una denominación de origen consagrada a los tintos.
esta uva blanca es en realidad toda una referencia histórica de la región. Existen vestigios que se remontan a la Edad Media. Sin embargo, su papel hasta hace unos años ha sido de uva complementaria aunque imprescindible para la elaboración de los famosos claretes de la Ribera del Duero, y también para el equilibrio de algunos tintos.
Una uva con carácter. La albillo mayor es una variedad ruda, difícil al primer contacto, pero que una vez comprendida puede mostrarse de lo más versátil. Una uva nacida para la elaboración de vinos de guarda.
Esto es lo que opinan los enólogos que actualmente trabajan con ella en la Ribera del Duero.
Una variedad con carácter pero también delicada, que requiere ser vendimiada en el momento exacto, y que al mínimo descuido puede perder todo su potencial. Su trabajo es exigente pero el resultado final alcanza cotas de excelencia, aseguran desde la denominación. Los vinos blancos que se están elaborando en la Ribera del Duero con albillo mayor siguen el mismo
proceso que los tintos porque a pesar de ser una uva blanca, el comportamiento es como el de una uva tinta.
El gran atractivo de esta variedad reside en su acidez equilibrada y bien integrada, bondad que se aprecia tanto en vinos jóvenes como de guarda. Los jóvenes son sabrosos, frescos y divertidos, con una apetecible gama aromática frutal y floral.
Tinto de Tempranillo
Es la uva noble española por excelencia. Su nombre varía en función de la zona en donde se desarrolla: Tempranillo en la Rioja, Tinto Fino o Tinta del País en la Ribera del Duero, Ull de Llebre en Cataluña, Cencibel en La Mancha y Tinto de Madrid en los alrededores de la capital.
Así, los vinos Tempranillo suelen destacar por su color intenso, mostrando los tintos jóvenes tonos violáceos, malvas y azulados, brillantes y llenos de reflejos. Colores que evolucionan hacia naranjas profundos, rojos y granates en el caso de los vinos con más crianza.
En la fase aromática de la cata, los Tempranillo de calidad se caracterizan por las notas frutales y florales, sobre todo cuando son vinos jóvenes. Aquí es fácil que apreciemos matices de cereza, de fresa, de ciruela o de otros frutos rojos o de frutos del bosque. También pueden ser reconocibles recuerdos a hierbas aromáticas, violetas, lácteos, yogur o caramelo.
Una vez en boca, los buenos Tempranillos son vinos elegantes, caracterizándose una vez más por el perfecto equilibrio entre unos niveles de acidez y una concentración de azúcares y alcohol moderados. Son vinos estructurados, de cuerpo medio y fáciles de beber.
Viñedos de altura
El momento en que la uva cambia de color recibe el nombre de “envero”. Del verde pasará al amarillo, si la variedad es blanca y al rojo claro, que se irá oscureciendo, si es tinta. Durante el proceso de maduración de la uva, los ácidos van cediendo terreno a los azúcares procedentes de la frenética actividad ejercida por las hojas, merced al proceso de fotosíntesis. Los troncos
de la cepa también contribuyen al dulzor de la uva, ya que actúan como acumuladores de azúcares. Debido a esta razón, las vides viejas son capaces de proporcionar un fruto más regular y una calidad más constante.
La vid es una planta luchadora, aguerrida, que soporta condiciones de stress que para otros vegetales serían letales. Ya sea por temperaturas bajas, por temperaturas altas, por deficiencia hídrica o por diferentes alturas de plantación, que van desde el nivel del mar, hasta los tres mil metros. Muy posiblemente en climas muy cálidos, se obtengan vendimias ricas en azúcares y
pobres en acidez, y a la inversa en el otro extremo.
En esos escenarios juegan un papel central las diferentes variedades, ya que algunas son de ciclo de maduración corto, medio, o largo, adaptándose mejor en cada caso a las distintas condiciones. Siempre las uvas tintas, necesitarán mayor tiempo de insolación que las blancas, debido a la síntesis de los polifenoles. Se trata de un delicado balance por el cual el equipo
agronómico de la bodega presta especial atención, y lo lleva a la búsqueda de la mejora continua.
Y uno de los factores fundamentales para la viticultura de calidad, es la amplitud térmica, aquella por la que durante el día la vid “trabaja”, y de noche “descansa”. Entiéndase por estos términos días calurosos, y noches más bien frescas, para que en el primer caso la vid incorpore una serie de elementos cualitativamente importantes para el futuro vino, y de noche logre
“fijarlos”, sintetizarlos en las uvas, y no perder componentes por un exceso de actividad.
Tenemos que tener en cuenta que cada 100 metros que ascendemos en un terreno, la temperatura media desciende aproximadamente 0.8 grados, además de aumentar la insolación, ya que cada vez encontraremos menos capa atmosférica filtrante para los rayos solares, lo que trae aparejado un engrosamiento de los hollejos para defender a la uva. Al mismo tiempo, se logra la buscada amplitud térmica por altitud.
Allá arriba también, las permanentes brisas colaboran con la sanidad del viñedo, evitando la acumulación de humedad, siendo más posible la aplicación de técnicas orgánicas o biodinámicas. En el caso del suelo, como en la mayoría de las elevaciones, tiende a ser pedregoso y permeable, permitiendo un mejor drenaje del agua y evitando su acumulación excesiva. Pero se debe prestar atención a los niveles de insolación, para no pasarse de la raya.
La Tinta del País está marcada por un proceso de maduración y temperaturas frías que hacen que, en general, las bayas sean «de un menor tamaño y con una piel más gruesa. Aquí es precisamente donde se encuentran los componentes más interesantes para la elaboración de tintos.
Es decir, apenas existen primavera y otoño y tienen lo que podría considerarse un largo invierno con un corto pero abrasador verano. Así, «la pluviometría es suficiente, de unos 450mm, pero está concentrada en otoño e invierno principalmente». Los dos son momentos en que la planta se encuentra «en dormición».
De este modo, «el ciclo es rápido y se ve influenciado frecuentemente por las heladas primaverales, pero suele finalizar con una maduración larga y pausada». Precisamente esta maduración «es la causa de la acumulación de polifenoles (taninos y color) e igualmente de que estos sean más dulces al estar más polimerizados.
Alto de Castro nace como la naturaleza que lo rodea: único e inimitable. con la esencia basada en una fuerte tradición vitivinícola de varias generaciones. Todas nuestras cepas son viejas hasta los 80 años y tenemos majuelos que alcanzan los 200 años.
Con esta razón de ser, se trabaja para extraer en cada añada la singularidad de estos vinos monovarietales: Albillo Mayor y Tempranillo.
Las viñas sobrepasan los 900 metros y se aproximan a los 1000 metros sobre el nivel del mar. Frente a ellas señorea el Castillo Medieval de Peñaranda de Duero que deja discurrir por el llano un majestuoso Duero, que permite circular la humedad hacia las laderas de los cerros testigo, dado que aquí la pluviometría es escasa (400-500 mm año).
Estos majuelos situados tan altos y en pequeñas parcelas, que muchas veces no alcanzan las 600 cepas, reciben menos calor que en los llanos, provocando que la uva tarde más en madurar, se retrase la vendimia y se obtengan vinos con un PH más bajo.
A mayor altura suele darse mayor amplitud térmica con contrastes durante el día y la noche y a lo largo de las estaciones del año que alcanzan los extremos típicos del clima continental, llegando a los 20 C bajo cero del invierno y los 42 C del verano.
La uva resultante es más prieta, tiene una piel muy gruesa, una mayor concentración de levaduras naturales y polifenoles, todo ello unido a una menor humedad ambiental, por lo que las cepas se mantienen en un mayor entorno natural y menos enfermedades Precisan de mayor atención y cuidados que, por la orografía del terreno y de su ubicación, se han de hacer durante todo el año enteramente a mano.
Estas cepas alcanzan hasta los 200 años de antigüedad y muchos de los majuelos rebasan los 80 años De las 25 000 hectáreas que hay de viñedo en la Ribera del Duero, apenas un 10 rebasan está antigüedad en sus viñas, y siendo muy escasas las viñas pre filoxéricas anteriores a 1914 en nuestra comarca.
El vino nace en la viña y no en la bodega, por eso este vino no puede ser idéntico al de otras añadas, ni siquiera entre los distintos depósitos de distintos majuelos.
Cuantos más años tiene una cepa, mayor complejidad y mayor tamaño tiene su sistema radicular, aguantando mejor los extremos de clima continental como de pluviosidad escasa, repartiendo de forma más eficiente todos sus nutrientes y aportando una mayor estabilidad donde la fruta obtenida es mucho más resistente y su mosto alcanza un PH mucho más bajo.
La producción de una cepa joven en peso suele ser de más del doble que la de una cepa vieja, siendo correlativos a menor peso con una mayor calidad de la misma.
Albillo mayor
El vino blanco se elabora 100% con esta variedad de uva tremendamente exclusiva en nuestra Ribera del Duero, ya que en toda la Denominación de Origen no alcanza a tener las 200 hectáreas de viña vieja de esta variedad y que cuente con cepas viejas de más de 60 años.
Tempranillo
Este vino tinto se elabora 100% con esta variedad de uva que es de origen totalmente español, y es la variedad de uva con la que se elaboran los vinos más exclusivos y caros de nuestro mercado nacional. Siendo los vinos que más se conocen y aprecian fuera de España.
A ello unimos la exclusividad de la selección de nuestras cepas viejas, y ser privilegiados al estar dentro de las viñas más altas de toda la Ribera del Duero.
Personalidad
Mantenemos la esencia de contar con un entorno privilegiado, auténtico y propio, basándonos en el método tradicional que hemos conocido siempre e intentando mejorar cada vendimia añada tras añada. Siendo elegante, natural y sobrio, entendemos que en la simplicidad está la máxima sofisticación.
Nuestra maestra, la naturaleza.