Hemos Comido…en A Mundiña, el restaurante con nombre de piedra mítica para la captura de percebe en la Costa da Morte.
Sería del todo indecoroso pasar en Coruña unos días y no entrar a esta vinoteca restaurante, como mínimo a tomar un vino y saborear la siempre bien recibida tapa, que habitualmente y con forma de guiso suelen servir en este lugar. En otro orden de cosas, si no me paso por la vitrina del restaurante a ver que maravilla tienen no me iría contento de La Coruña.
No teníamos intención de cenar, pero sí de tomar una ración acompañada de una copa de champagne, aprovechando que este es uno de los lugares donde lo sirven por copas. Garbanzos con callos (de tapa) y champagne, perfecto maridaje que nos predispuso a tomar un par de raciones.
La primera, unos mejillones en escabeche. Artesanos, muy suaves, demasiado para mi gusto. Mejillón de calidad de aspeto impoluto y perfecto a la vista, pero muy ligero su escabechado para mi gusto.
Segunda ración, unas escupiñas, mis bivalvos favoritos. Desde muy pequeño mi tío Antonio y mi abuelo Eliseo me llevaban a Pedreña a pescar con sal: muergos, almejas, berberechos y veriguetos (así llamaban a las escupiñas). Yo no pescaba prácticamente nada, a excepción de muergos, pues era facilmente visible e identificable su agujero en la basa; hasta que descubrí que los veriguetos los despreciaban la pedreñeras, así que las seguía e iba recogiendo los que dejaban. Cuando llegaba a casa los comía de la siguiente manera (me enseñó mi abuela): se colocan sobre la tapa de la olla express y se espera que se abran con el calor, en el momento que se abren, al buche y así uno tras otro. Por cierto, es que la olla en casa de mi abuela no paraba nunca.
Y aquí me encuentro con unas escupiñas crudas con algo de lima. Muy buenas, se me hacen pequeñas pero aquellas enormes que «robaba» a las pedreñeras hace mucho que no las veo. Buenas y con un precio razonable, ya que últimamente las he visto con precios muy superiores a la almeja.
Como decía al principio, saltarse A Mundiña en un viaje a La Coruña, no tiene perdón.
Es de resaltar la eficacia y el buen hacer del camarero que nos atendió, un profesional de tomo y lomo, a pesar de su juventud.