Lo prometido es deuda y como bien anunciaba en Facebook no pensaba perderme estas jornadas de caza.
Noviembre 2014. Llevo bastantes años acercándome por Casa Lucas y nunca me ha defraudado, al contrario, la mayoría de las veces ha superado las espectativas. En esta ocasión nos acercamos por unas jornadas, en concreto las XIV Jornadas de la Caza.
Durante el concurso de la II Ruta de los Pucheros de Cantabria , y a raiz de mencionar que competían con un guiso de caricos con liebre, alguien apuntó que no había liebre en la zona de Saja. Yo formaba parte del jurado y me acerqué a probarlo, un vicio de guiso. El asunto de la liebre quedó desmentido en el artículo de presentación de las XIV Jornadas de la Caza.
Así que a la hora de tomar nota me tomaban el pelo diciendo que no tomara alubias con liebre o algo con liebre, no fuera a ser que repitiera el insigne biólogo, pero ni corto ni perezoso me pedí liebre de segundo. Liebre del Saja y os puedo asegurar que acerté de pleno.
Lo que hubiera sido de justicia, habría sido pedir el menu degustación, pero conociendo el tamaño de las raciones se nos hacía mucho, al final pedimos un primero y un segundo cada uno. Comimos fuera ya que hacía una temperatura veraniega poco habitual de un día de otoño.
Tomamos el habitual blanco de solera con un aperitivo de bienvenida, carpacio de venado acompañado de lascas de queso Gomber. Lo conocíamos de otras ocasiones y resultó un perfecto entrante para atacar a los dos contundentes primeros que habíamos pedido.
Mi acompañante se tomó unos caricos que habían comprado en la X Feria de la Alubia de Casar de Periedo y que según mi acompañante eran mantequilla, muy bien hechas, sin deshacerse, contundentes de sabor y sin pellejo.
Yo tomé alubia plancheta de Lamadrid con venado. La alubia era de exposición, una alubia blanca de tamaño mediano, con un dulzor típico de la judia, entera y sin que se note el pellejo, con un caldo bien ligado y plagado de sabor a la carne de venado que las acompaña y al fondo de verduras con las que se han guisado las alubias, pimiento rojo, verde, zanahoria, etc un vicio de guiso, como es habitual en este lugar.
En la foto de arriba os dejo a un acompañante que nos amenizó la comida, un petirrojo al que logramos fotografiar, aunque no fue el único que se acercó a hacernos una visita.
Con los segundos seguimos apostando por la contundencia y el sabor de la caza. Mi acompañante tomo un solomillo de jabali con mix de setas, entre las que pudimos observar boletus edulis, algún níscalo y algún rebozuelo. Manifestó en reiteradas ocasiones lo acertado de la elección.
Y yo ya sabeis lo que tomé, guiso de liebre acompañado de unos rebozuelos y una sabrosa salsa fruto de un guiso de caza. Sabor, sabor y sabor. Ah, por cierto, también acompañada de unas lascas de almendra cruda. Resultó fantástico, tanto este plato como la comida en general.
De postre el famoso helado de café de elaboración propia, buenísimo como siempre y unos chupitos acompañando al café. Al final pagué 49€, me lié a hablar en la barra y me dejé la nota, pero me acuerdo perfectamente, y nos invitaron al café y al chupito. Bueno, creo que son unas jornadas que no debeis perderos, calidad, cantidad, buen servicio y un precio muy ajustado.