Hace mucho que tenía en mente mostrar alguna de las rutas que suelo hacer paseando con mi perro, pues la verdad es que hay pocos sitios donde hacerlo con un mínimo de libertad. Parece que cada vez le molesta más a la gente la presencia de estos animales, así que tienes que buscar lugares más aislados para poder darte el gusto de ver a tu mascota corriendo feliz y libre.
Esta es una de las rutas costeras más bellas que conozco y muy comoda de hacer. Generalmente suelo partir del aparcameinto de la playa de Galizano, desde donde bajo a la playa para seguir el curso del rio y justo en la curva donde el rio desemboca, ya casi en el mar, acceder al camino que discurre a lo largo de la costa y que pasa por la cueva de Cucabrera.
La playa de Galizano se compone de dos partes bien diferenciadas: la ría, una pequeñita ría preciosa y de lo más tranquila y la playa que da a mar abierto, una preciosa playa enfrentada a alta mar. Un apartado bellísimo.
Para bordear la ría hay un camino hecho con maderas elevadas sobre el nivel de la arena, a través de este camino accedes a la playa y desde esta al camino de Cucabrera.
En la playa de Galizano
El camino de Cucabrera
El camino bordea la costa, en cuanto subes a él tienes uns vistas magníficas con Langre al fondo, el faro de Mataleñas, Cabo Menor, Cabo Mayor y la bocana de la bahía de Santander. El camino circula paralelo a un bosque de coníferas que en algunos tramos atraviesa y que en ocasiones se ve atravesado por regatos que caen hacia el mar. El paisaje varía con la marea, el aspecto de la costa es distinto, yo lo he hecho en múltiples ocasiones y cada vez descubro cosas nuevas. Las fotos de esta ocasión son de primavera, justo después de una tormenta que dejó cantidad de agua, lo más normal es que no esté mojado.
Fin del paseo, comida en Somo
Y para terminar el paseo estuvimos barajando la oferta gastronómica de Somo, pues en La Taberna de Cucabrera no cabía un alma. Dimos un paseo por el pueblo y terminamos donde solemos, en Melly, una de las razones por que tiene mesas en la calle donde comer con el perro y otra por que nunca falla. La comida fue apoteósica, eramos tres y comenzamos con un salmorejo como no hay otro en nuestra comunidad y marmita de primero, una marmita también impresionante de toma pan y moja. Dentro de los segundos los incomparables bocartes de Melly famosos en el mundo digital y comentados por más de un blogger, como este o este otro. Algo muy dificil de encontrar: una ventresca de bonito, exquisita, sin más palabras. Y por último unas manos de ministro, como nunca las he probado, un par de postres y agua que hay que conducir.
En resumen, un fin de paseo de lo más gratificante, reponiendo fuerzas para la próxima.