Hemos Comido…En la Villa de Santillana, pero no en la villa de las tres mentiras (ni es santa, ni es llana, ni tiene mar), si no en el restaurante más castizo de Torrelavega.
Octubre 2014. Desde principios del siglo XX y como parada de postas y casa de comidas, situada en el centro de la ciudad, sitio de «Quebrantada», más conocido como Cuatro Caminos, el restaurante Villa de Santillana es reconocido por los cronistas de la época como punto de referencia gastronómico.
Localizado en el centro de Torrelavega, es uno de los más característicos de la ciudad, ofrece a sus clientes una cocina tradicional cimentada en la calidad de sus materias primas.
Si hay algo dificil en este restaurante es pedir, cuenta con una extensa carta, con una buena selección de carnes y pescados, una de sus especialidades son los hojaldritos salados. En Torrelavega el hojaldre es protagonista, otro de sus recomendables son los asados, y en el centro de los asados el lechazo de Castilla, comparable a cualquier elaboración de los famosos asadores castellanos.
La carta de vinos también resulta bastante extensa con una gran variedad, la mayoría de las denominaciones de origen son conocidas, de nuestro país.
Comenzaron sirviéndome un mini bogabante, o así los llaman en mi panadería, un pan crujiente de los que a mi me gustan y una copa de vino, solo una, ya que estaba de camino a Santander y si bebes no conduzcas.
Comencé por algo que no suelo pedir pero que me apeteció y la verdad es que acerté, una sopa de pescado. Bien cargada de pescado y marisco, almejas, calamar, rape, langostinos y plena de sabor, me supo a gloria pues la verdad es que estaba muerto de hambre y ya era bastante tarde, una sopa recomendable.
De segundo el inevitable lechazo de Castilla, que la verdad sea dicha bordan en este lugar. Me tocó una de las partes más secas pero estaba bueno, venía generoso de salsa y acompañado de patatas fritas. Una buena elección de segundo.
En resumen, sigue manteniendo la calidad por la que es reconocido en Torrelavega. Comí y me fui rápido, tenia prisa para variar, pero el restaurante se llenó de gente un día entre semana. Por cierto, me encontré con todo el personal de La Cervezuca que estaban de celebración.