Hemos Comido…en Las Encinas en Somo que dispone de un menú de fin de semana fantástico, ya que se trata de platos de calidad, abundantes, de vanguardia y con un precio más que competitivo.
Octubre 2018. Tras una primera visita fallida por motivos varios, por fin pudimos ir a comer al Restaurante, nombre tomado supongo por los preciosos árboles que se ven desde su comedor, en esta época otoñal con muchas hojas y muchas bellotas caídas, que resulta francamente bonito y agradable; forma parte del hotel Torres de Somo, de 4 estrellas, un edificio estilo neoclásico y anglosajón, enclavado en el Barrio residencial de Arna, en Somo, en sus fachadas lucen unas enormes yedras.
Tienen un bar-cafetería pequeño y muy acogedor, en el cual se pueden tomar distintas raciones, simplemente lo vimos, pero tomamos nota para otra visita.
Teníamos una reserva a las 14h30′ para 4 adultos y 2 niños menores de 6 años, enseguida nos identificamos y a continuación pasamos al acristalado y amplio comedor, nos situaron en una mesa imperial decorada con adornos florales naturales, entre ellas hortensias secas, y junto a una chimenea eléctrica que siempre se agradece.
Enseguida nos trajeron las cartas, pedimos que nos dijeran que había de menú infantil para que los niños comieran cuanto antes.
La carta es genial y concisa, raciones para picoteo, platazos de carne y de pescado, postres caseros y originales; probablemente a mí, me gustaría que la variedad de la carta de los vinos, fuera más amplia, pero entiendo la dificultad que conlleva la bodega hoy en día, debido a la infinidad de denominaciones, regiones y países que producen vino, aún con todo ésto, creo que cubren las necesidades básicas de cualquier amante del elixir del Dios Baco.
Quizás el único pero, sería pedir, que hubiera algún plato más para elegir, ya que únicamente había 2 primeros, 2 segundos y 2 postres.
Nada más tomarnos la comanda, nos dieron un aperitivo de bienvenida, un mousse de queso muy agradable.
Nos decantamos por el menú de fin de semana, 3 pedimos ensalada de jamón serrano, pera salteada, pimientos del piquillo y vinagreta de frutos rojos, una auténtica delicia y sorprendente fusión; y otro pidió, crema de calabaza y zanahoria con papada confitada y tostaditas de pan de ajo, una crema al parecer muy fina, sustanciosa y abundante.
De segundo, nuevamente 3 nos decantamos por lubina a la plancha con salteado de verduras con soja y refrito de ajos tiernos, podríamos decir que era un plato de dos pisos, ya que dos bonitos lomos marcados a la plancha reposaban en una cama de verduras tiernas y muy bien aderezadas, fabuloso en sí mismo. Y otro, guiso de pollo a la crema con setas variadas y arroz salteado al curry, no fuí yo el que lo pidió, pero no me pude resistir tras acabar mi lubina, de probar este platazo, con un gran sabor y una mezcla increíble, con las setas, el pollo, el curry y el arroz.
Llegábamos al postre entregados, pero nunca hay que perder la oportunidad de rematar una maravillosa comida, así que 2 pedimos torrija de pan de leche con sopa de chocolate blanco, un clásico reinventado y con un plus de felicidad extremo para los amantes del milkibar de los años 80; otros 2, vasito de milhojas de mousse de albaricoque, quizás el nombre no era del todo acertado, más bien diría que era un esponjoso bizcocho con una mousse muy fresca.
Todo ello servido con una vajilla muy original y adecuada a cada plato y una cristalería sencilla y a su vez elegante.
Con un servicio realmente agradable y muy profesional, controlando los tiempos y estando pendientes de todo, resulta un auténtico gustazo encontrarse a profesionales así, porque te hacen sentir como en casa.
Volveremos pronto a probar la carta.