Hemos Comido…en Santillana del Mar en La Fragua de Yuso, un lugar en el que al poco repetimos.
El sábado 29 de Abril, un pequeño grupo de amigos habíamos quedado con dos de los arqueólogos que en este momento se encuentran excavando uno de los proyectos más interesantes en Cantabria: el castro cántabro del Cincho, cerca de Santillana del Mar. Visitamos varios lugares muy interesantes, y fue un lujo contar con las explicaciones de Javier Marcos y Lino Mantecón. Por la mañana hicimos tres visitas:
La Mota de Trespalacios, Hinojedo (Suances). Se trata de una fortificación de tierra y madera, característico de la gran parte de los países de Europa, con una morfología muy diferente de los castillos y torres medievales existentes en Cantabria.
Consta de una estructura tumular sobre la que se erigía una torre defensiva, entorno a la que se levantó un doble amurallamiento concéntrico de muros de tierra reforzado por fosos. El conjunto alcanza un diámetro de unos 76 metros y estaría reforzado con empalizadas de madera.
Las motas se caracterizan por aprovechar las posibilidades defensivas que ofrece el terreno circundante. En el caso de la Mota de Trespalacios, el terreno lacustre sobre el que estaba ubicada, pudo servir como refuerzo natural de las estructuras defensivas construidas, creando una zona inundada alrededor del emplazamiento que lo hacía aún más inaccesible.
Castro cántabro de El Cincho: el barrio de Yuso es uno de los escasos hábitats costeros conocidos del pueblo cántabro y uno de los de mayor envergadura de la Cantabria actual. Pudiera tratarse del oppidum (castro de castros) o principal asentamiento amurallado de la tribu indígena que ocupó el bajo Besaya. Se trata del único castro con acceso rodado y a una distancia de apenas un kilómetro de la villa de Santillana del Mar.
Castillo de Vispieres. Se trata de los restos de una torre altomedieval situada en lo alto del pico Vispieres, en el término de Santillana del Mar. Esta fortaleza es citada en el cartulario del monasterio de Santa Juliana, por primera vez, en el siglo XI, como castillo del “Alfoz de Camesa”. En este lugar, se reunían en concilio los personajes nobles de la comarca del bajo Besaya.
En el siglo XIV, el castillo se hallaba bajo el dominio del señorío de la Casa de la Vega, uno de los linajes más notorios de la Asturias de Santillana. En el inicio de la Edad Moderna (siglo XVI) la fortaleza se hallaba posiblemente en desuso.
Por la tarde, después de comer en la Fragua de Yuso, fuimos a la casa del Águila y la Parra, donde se encuentra la exposición “El Cincho, donde habitaron los cántabros”
Y ahora vamos a lo que nos ocupa, y es la comida en la Fragua de Yuso, al pie del yacimiento de El Cincho
El lugar es muy agradable, en un alto con vistas fantásticas, y con 3 estupendas terrazas donde tomar un blanco y lo que se tercie.
En realidad acudimos 2 fines de semana consecutivos, pues el domingo 7 fuimos ya con 25 personas del grupo Cantabria Inusual, después de pasar una divertidísima mañana en el Laberinto de Villapresente
Siempre tienen un menú con 6 primeros y seis segundos.
El primer día nos decantamos por la ensalada de cecina y queso de cabra con nueces, rica, pero nada de espectacular, unas fabes con chorizo, que estaban bien de sabor, aunque no demasiado cremosas, quizá un poco pellejudas, un arroz caldoso con almejas en el que todos coincidieron en decir que estaba muy bueno de sabor, unas setas a la plancha con bacon, que no tenían nada de especial, tampoco la seta de cultivada tiene nada especial, y por último, el plato estrella junto con el arroz, unos gambones a la plancha en el que todos coincidimos en decir que estaban fantásticos: en su punto, muy jugosos, y con la cantidad de sal justa. Realmente buenos.
Cuando fuimos el segundo día, los platos estrella fueron los mismos, y además hubo que añadir a la oferta una ensalada de marisco (y no era de surimi, sino con gambones y algún que otro marisco que no llegué a preguntar de qué se trataba), y unas bolsitas de pasta brie rellenas de queso fresco y puerros, nada que comentar sobre esto.
Los segundos del primer día fueron un entrecot fantástico, chuletillas de lechazo francamente buenas y bocartes rebozados locales, nos lo aseguraron . Todo estaba francamente bueno.
El segundo día añadieron a la oferta lechazo al horno, el mejor segundo plato de todos, confirmado por la inmensa mayoría, lubina a la plancha y dorada al horno, que estaban buenos, aunque a mí el pescado de piscifactoría no me hace feliz, y un rabo de toro, muy bueno de sabor, pero algo grasiento.
Los postres, todos caseros y correctos, arroz con leche, flan casero, mousse de limón, tarta de queso al horno…..
Hay que señalar que a pesar de que el segundo día era el día de la madre y el restaurante estaba a reventar con mesas multitudinarias, (la nuestra con 25 personas), el servicio fue inmejorable, los camareros atentos, pacientes y muy rápidos. La amabilidad es sin duda lo más reseñable.
Por Belen