Hemos Comido…en The Winery en Santander una experiencia de maridaje que nos lleva de viaje por el vino

Había marcado esta visita en mi calendario gastronómico desde hace tiempo. The Winery es uno de esos gastro-bar que no solo prometen una comida, sino una auténtica experiencia enológica. Por fin se alinearon los planetas y pude sentarme a su mesa. Lo que descubrí fue mucho más que un menú degustación: fue un viaje sensorial donde el vino no acompaña a la comida, sino que la conduce.

El inicio perfecto: cava en la barra y olivas

Santander The Winery Laite Gran Reserva

Santander The Winery Olivas

Como debe ser en todo templo del vino, la experiencia comienza en la barra. Allí, la primera copa ya da pistas del nivel que manejan en The Winery: Laietà Gran Reserva Brut Nature 2020, un cava ecológico, embotellado en una edición especial que no solo brilla por fuera. Aromático, elegante, seco, pero con ese punto goloso que acaricia el paladar. Se acompaña de unas olivas seleccionadas que preparan el terreno para lo que está por venir. Este gesto, aunque sencillo, denota un respeto absoluto por el ritual del aperitivo.

A la mesa: cuando el vino y el plato se encuentran

Santander The Winery Churrillo de Bodega

Santander The Winery

mejillones naturales con emulsión de anchoas, helado de tomate y salicornia

Con la primera copa aún bailando en la memoria, nos dirigimos a la mesa. El primero de la tarde: un churrillo de bodega traído desde Burgos, firmado por Raúl Tamayo, un productor que sabe lo que hace. Lo acompaña un plato tan elegante como sorprendente: mejillones naturales con emulsión de anchoas, helado de tomate y salicornia. Un juego de temperaturas, texturas y salinidad que ya deja claro que aquí se cocina con intención.

Dos vinos, un plato: el arte del maridaje comparativo

El Equilibrista uva Xarel·lo y El Castro de Valtuille Godello 2023

aguachile de gamba blanca de Huelva

El segundo pase trajo una de las sorpresas más interesantes del menú degustación. En lugar de un único vino, se presentan dos copas para un mismo plato:

  • El Equilibrista (blanco, crianza de 6 meses en barrica, uva Xarel·lo, cepas de 40 años, Esparreguera).
  • El Castro de Valtuille Godello 2023 (monovarietal de Godello, D.O. Bierzo, Bodega Castro Ventosa).

Ambos vinos blancos, pero de regiones, variedades y filosofías diferentes. El plato que acompaña este dúo: un aguachile de gamba blanca de Huelva, con aguacate, pepino, cilantro y mango. Fresco, vibrante y ligeramente picante. El Equilibrista, con su crianza y perfil más estructurado, me pareció el compañero ideal para este bocado, aunque el Godello no se quedó atrás.

Este tipo de propuestas dobles en un maridaje no solo enriquecen la experiencia, sino que permiten al comensal aprender, comparar y disfrutar con conciencia. Ideal para los amantes del vino y los curiosos del sabor.

Anguila, salmorejo y un rosado que casi lo intenta

Rosado de Casa Rojo

anguila ahumada y soasada con salmorejo y ensalada de vegetales

La siguiente elaboración es anguila ahumada y soasada con salmorejo y ensalada de vegetales. Aquí el protagonismo es claro: el ahumado, reforzado con soplete, domina la escena. El maridaje lo pone un rosado de Casa Rojo, elaborado por sangrado directo, con un perfil muy floral, fresco y ecológico. La bodega lo describe como «un campo de flores», y lo es… pero, lamentablemente, ese campo queda arrasado por la potencia de la anguila. Buen vino, sí, pero eclipsado por el plato. Un ejemplo de cómo un maridaje puede ser correcto pero no perfecto.

Delicatessen neoyorquina con alma europea

Bourgogne Chardonnay 2022 Simonnet Febvre (Borgoña, Auxerre). Neiss 2023 Spätburgunder Blanc de Noir (vino blanco elaborado con Pinot Noir).

Volvemos al juego de los dobles maridajes. El plato: un brioche de pastrami con mayonesa de mostaza, pepinillo y cebolla encurtida, claramente inspirado en el clásico neoyorquino, pero reinterpretado para el paladar local. Una pequeña bomba de sabor, entre lo goloso y lo picante. Para acompañarlo:

  • Bourgogne Chardonnay 2022 Simonnet Febvre (Borgoña, Auxerre).
  • Neiss 2023 Spätburgunder Blanc de Noir (vino blanco elaborado con Pinot Noir).

Ambos vinos funcionan, pero el Spätburgunder —más ligero y con una acidez vivaz— resalta mejor los matices del pastrami. Este tipo de vino blanco, elaborado a partir de uvas tintas, es una joya aún poco conocida que merece más atención en la escena gastronómica.

Albóndigas, parmentier y un Moscatel que rompe moldes

Albóndigas, parmentier y un Moscatel BOTANI

Las albóndigas con parmentier llegan en una ración cálida, reconfortante y llena de sabor. El acompañamiento es toda una lección de historia vinícola:
Botani Moscatel, un vino seco elaborado con Moscatel de Alejandría, pionero en la D.O. Málaga. Aunque la uva Moscatel suele asociarse a vinos dulces, esta versión seca es todo un descubrimiento. Aromática, sí, pero con una boca limpia, equilibrada y un final que invita al siguiente bocado. Uno de los mejores maridajes del menú.

Callos de Tudanca y un tinto que despierta el alma

VI-VE, la llave de los sueños

callos de Tudanca

Ya en la recta final, llegan unos callos de Tudanca, pequeños, pegajosos y picantes —las tres «P» del placer. El maridaje lo pone un Rioja de maceración carbónica:
“VI-VE, la llave de los sueños”, de la Rioja Alavesa. Este tipo de elaboración aporta una explosión frutal y una ligereza que limpia el paladar tras cada cucharada de callos. Un final salado perfecto antes del dulce.

Final dulce con leche frita y vinos de postre

Nivarius Vendimia Tardía 2021

Don PX Toro Albalá Cosecha 2021

Para cerrar, un clásico reinventado: leche frita con helado de vainilla mexicana. Dulce, cremoso y aromático. Y, cómo no, dos vinos de postre para acompañar:

  • Nivarius Vendimia Tardía 2021, un blanco dulce de Rioja, elegante y perfumado.
  • Don PX Toro Albalá Cosecha 2021, un Pedro Ximénez con toda la potencia y complejidad que caracteriza a esta bodega cordobesa.

Ambos vinos redondean la experiencia con una dulzura bien equilibrada, sin empalagar.

The Winery: más que un restaurante, un aula de sabor

Salir de The Winery es salir con algo más que el estómago lleno. Es una clase magistral de maridaje, una oda al vino y a su poder transformador sobre los platos. El servicio es atento, cercano y con un conocimiento profundo de cada botella que descorchan.

La propuesta gastronómica es ideal para quienes quieren descubrir vinos únicos, probar raciones pensadas para compartir y saborear sin prisas, y entender cómo el vino puede ser mucho más que un acompañante.

Sin duda, un lugar imprescindible para los amantes del buen comer y beber. Si estás buscando dónde comer en un restaurante con menú degustación y maridaje de vinos, apunta este nombre: The Winery. Y si además eres de los que disfrutan descubriendo nuevos vinos, este es tu sitio.

Por El Mule

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