Hemos Comido…el Lanchoa, con Ivan Oliveri, padre de la criatura.
Febrero 2017. Lanchoa es un original establecimiento situado en la calle Gómez Oreña, en el corazón de la plaza Cañadío. Teníamos este lugar como asignatura pendiente desde le pasado verano, pero hay veces que las visitas se complican.
Se trata de un local temático que combina un diseño moderno con la esencia marinera, donde degustar una selección de las mejores anchoas del mundo, además de otras conservas como el bonito y los boquerones.
A finales del siglo XIX, los hermanos Leonardo y Giussepe Oliveri partieron de Sciacca (Sicilia) rumbo a España, llegando junto a otros salazoneros italianos a Santoña. De tal modo surgió la prestigiosa industria conservera en la villa cántabra, cuyo producto estrella, la anchoa, le ha dado fama mundial. La familia Oliveri, cuarta generación de la conservera familiar, ha seguido vinculada a la conserva de la anchoa desde la llegada de los pioneros de esta tradición centenaria.
El local merece la pena aunque solo sea por la decoración, ubicado en un emblemático edificio juega con unos muros y una extructura como pocas quedan en Santander.
Hicimos una comida en base a raciones y pinchos. De primero una degustación, donde pudimos comprobar la calidad de las consevas. Comenzamos con unas anchoas buenas de verdad, tersas, bien limpias, ninguna espina, recién abiertas y sin rastros de sal, anchoa del Cantábrico de gran sabor.
A mucha gente no le gustan las anchoas, pero generalmente es por que están acostumbrados a tomar las anchoas habituales de euro el octavillo, vamos, las más habituales en grandes superficies y realmente son cualquier cosa menos anchoas. Si quieres saber a lo que sabe una anchoa de entrada hay que pagarlo, conozco más de un caso donde prueban por primera vez una anchoa en condiciones y las cosas cambian ya te salen con que eso no es a lo que ellos se referían. En fin, las anchoas de Santoña tienen fama por algo.
Junto con las anchoas, en esta degustación, un boquerón muy bueno, ciertamente yo soy mas amigo del boquerón que de la anchoa, me gusta más el bocarte en vinagre que en salazón y este no quedaba en segundo plano con las anchoas, relucía de igual manera. Anda que no me habré comido yo bocadillos de boquerones y de anchoas! Y por cierto, también de algo que ya no se ve por casi ninguna parte: arenques, muy dificiles de ver en las tiendas, las famosas panderetas de arenques.
Y terminamos esta degustación con un bonito de lujo, jugoso y sabroso sobre una cama de cebolla confitada, una pequeña vinagreta, pimiento y cebolla roja. El bonito se rompe en lascas que acompañas de los pimientos y la cebolla, del aceite de oliva que lo acompaña lo situas sobre un trocito de pan y «pa dentro», un lujo de sabor y jugosidad.
El día anterior había estado hablando con un cocinero amigo que se quejaba de que le llamaban pesado a la hora de servir un menú, pero que él prefería tener la cruz de pesado, y hacer las cosas en el momento, que tenerlas hechas y calenterlas en el microrondas.
Aquí pasa algo similar, los pinchos no están a la vista pues se hacen en el momento, el pan se tuesta y se prepara todo para servirlo y comerlo, recién hecho, lo que aporta un valor añadido a la elaboración, pero es algo que enlentece la cocina.
Suelo formar parte del jurado del concurso regional de pinchos, en muchas ocasiones los pinchos no pasan a la final o no ganan por que llevan hechos desde primera hora de la mañana y te los calientan en el microondas, consiguiendo en los casos en que la base es de pan, en que esta se convierta en un mogote gomoso similar al chicle y eche por tierra el resto del trabajo.
Aquí no sucede esto, los pinchos tienen una base crujiente y caliente y los elementos del pincho están recien hechos, algo que aporta mucho valor, pero una decisión hostelera difícil y valiente, sabiendo lo que va a a pasar en ciertos momentos en la cocina.
Continuamos con un clásico de ciertos bares de nuestra comunidad, los champiñones. Que yo me acuerde el Tino en Tetuán (de este me acuerdo bien pues era primo de mi padre), en Laredo había dos que lo tenían como especialdad, en Torrelavega. Aquí sirven un champiñón de buen tamañao y justa elaboración, coronado por una anchoa. Me gustaron y era la primera vez que los probaba así.
Para terminar una tabla de quesos: azul, pasiego de nata y dos de estilo manchego, bastante bien.
En fin, Lanchoa, calidad de producto sobre todo, una buena carta de vinos y vocación de franquicia.
Gómez Oreña 13 39003 Santander 942031158