Hemos comido…en La Voladora, creo que nombre más puertochiqueño y castizo en Santander no le puede haber.
La Voladora, la madre de la Cruza, Asunción Muriedas “La Voladora”, apodada así por el vuelo que hizo con motivo de la explosión del Machichaco en el muelle de Santander. Asunción se acercó cuando vio el humo que provocaba el incendio del barco. Ese día el barco explotó llevándose por delante la vida a muchas personas que allí se habían acercado a curiosear y arrancando la pierna de Asunción, que voló por los aires, ganándose el apodo de “La Voladora”.
Hoy nos acercamos a este restaurante recién abierto y situado a escasos metros de donde tenia el puesto de chuches y chufas la hija de la Voladora, la Cruza.
Han unido dos locales, el antiguo Pantalán y La Brocheta, dejando funcional la brasa del primero, donde Nacho se permite brasear ciertas elaboraciones, algo difícil de encontrar por la zona.
El local ha quedado precioso, techos altos y una decoración liviana, sin recargos, con un amplio mural cerámico donde se puede contemplar a una bella sirena de turgentes pechos que nada tiene que ver con el aspecto de la Voladora, pero bueno, idealicemos su imagen.
Ignacio nos presenta una carta muy particular, con una buena cantidad de raciones que llaman la atención y algo que no hay por los alrededores, una buena brasa .
Para abrir boca una tapa da foie artesano.
Comenzamos con un roast beaf perfecto. Rojo de color, carne en el punto perfecto de esta elaboración, jugosa y de gran sabor; acompañado de escarola y una mostaza a la antigua que ennoblece el asado. Perfecto, muy recomendable.
Champiñones con papada y nueces. Una delicia de elaboración donde impera el sabor del champi y que siempre me traen a la memoria los que hacían en el soriano en Logroño, aunque no tengan nada que ver.
Continuamos con unos bocartes. Con un punto similar a un escaldado, con cabeza, únicamente limpios de tripa. A mí me resultaron una pasada y me comí todos, ya que a mi acompañante no le gustaron nada. Algo bestial, sabor a más no poder.
Alcachofas con almejas. Algo sublime, la alcachofa perfectísima de punto y las almejas de las güenas, la salsa resulta excelente y es algo que no debes olvidarte de untar hasta que no quede ni rastro en el plato.
Os dejo la foto de un sapito a la plancha que pasó delante nuestro, la verdad es que daban ganas de echarle el guante.
El salado finalizó con unas gambas al ajillo. Alegres de picante y con un punto de diez, un final de lo más feliz.
En los postres fresas con yogur y tarta de manzana.
Nacho sigue en su linea habitual, cocina de siempre con gran producto y una elaboración impecable, un lugar muy recomendable.