Santander La Flor de Miranda

Hemos Comido…en La Flor de Miranda de celebración familiar, una celebración como pocas gastronómicamente hablando.

Julio 2014. Decidimos compartir raciones y después tomar un segundo plato. Unas almejas al natural de muy buen tamaño y excelente sabor y frescura, como no puede ser de otra manera, en este restaurente caracterizado por la calidad del producto. Unas almejas como a mí más me gustan: crudas y de un grandísimo tamaño. Vamos, unas almejas de exposición.

Media ración de rabas, siempre hay alguien que las quiere vaya donde vaya y haya lo que haya. Bastante buenas, por cierto, rabas de magano, el más fino de los cefalópodos usados para este menester, acompañadas de esa aberración que se llama limón. Es algo que no puedo ver acompañando a pescados y mariscos pues parece que me están diciendo que no es fresco lo que hay sobre el plato, algo que no es así en la mayoría de los casos. Pero hay gente que al parecer lo que le gusta es el sabor del limón, yo considero que este mata cualquier sabor, por lo que me sobra de estos platos.

Unos percebes cocidos en su justo punto y calentitos como debe de ser, osea, cocidos en el momento nada de tenerlos en la cámara. Un tamaño del bueno. El percebe como no posee extremidades y permanece inmóvil, se alimenta por filtración del agua que le rodea, además carece de hemoglobina y corazón, por lo que depende de la oxigenación del agua para sobrevivir, de ahí que los percebes de mejor calidad sean los que se encuentran en zonas de mayor oleaje y aguas mas frías.

Coquinas a la sartén. Me encanta como las preparan, un poquitín de aceite, sal y el tiempo justo para que se abran. Es que te pones a comer y son como pipas, no puedes parar. Pequeñas, como son ellas, pero muy sabrosas.

Gamba blanca a la plancha. Tanto en La Flor de Miranda como en la de Tetuán son maestros en el manejo de la plancha, cosa que opino desde la primera vez que comí allí. Las gambas eran, como siempre, de excelente calidad y el punto de hechura perfecto.

Uno de los comensales tomó unas cigalas a la plancha. Al igual que las gambas, excelente calidad y punto de plancha.

Otros dos comensales tomaron ventresca de bonito a la plancha, como guarnición tomate y pimientos asados. Ambos coincidieron en que estaba buenísima y además la ración era bastante generosa por no decir que enorme, jugoso por dentro y tostado por fuera un vicio, acompañado de una fritada de pimientos y cebolla, servido a parte.

Otros tres compartimos un oyocántaro (bogavante) a la plancha. Buen tamaño y perfecto punto, pero le encuentro pegas a lo de compartirlo entre tantos. No por la cantidad, que era suficiente, si no porque de tanto trocearlo, manejarlo y repartirlo termina quedándose frio. Y es una penita. Ya sabes cuando pidas bogabante uno por persona, más pequeños pero los disfrutaras más.

De postre hubo un popurrí de todo, éramos seis y cada uno pidió lo que más le apetecía, yo solo tomé fotos de la tarta de queso y de unas cerezas con una pinta buenísima.

En resumen, yo no pagué, pagó mi hermano que era quien lo organizaba, así que no me pidais referencias por que no tengo ni idea, pero yo tengo claro que no existe «bacalao gordo que no pese».