Hemos Comido…en la cueva, no en una cueva cualquiera si no en el pesquero, lugar de peregrinacion de tantos y tantos visitantes de nuestra comunidad autonoma, caracterizada por la calidad de nuestras costas y nuestros peces.
La Cueva es otro de esos lugares situados en el barrio pesquero en los que la oferta gastronómica es similar y no se diferencia casi ni en la decoración, generaciones de familias dedicadas a la mar y a la gastronomía enfocada al visitante. La fórmula una calidad normal y un precio bajo atraen a cantidad de gente si a esto le agregamos un ambiente más o menos marinero ya tenemos la demanda asegurada. Se caracteriza por un servicio familiar y cercano, chascarrillo tras chascarrillo y siempre buen humor.
En la última ocasión liada paterna con unos familiares que ni conocía pero que me toco la china, toda la familiada niños papas, abuelos, tíos y demás familia, dieciseis en total. Llamamos para reservar y nos tenían preparada la mesa a eso de las tres, pues hacia buen día y había que ir a la playa. De entrada había encargado una paella de esas cántabras, y marineras, acompañadas de todo lo que se tercie en el momento y de paso pedí que me colocaran cuatro centollos en la paella, enteritos, más que nada para asustar a los niños. Por supuesto que pedí paella para diez con ánimo de no salir a reventar.
Nada más llegar le empezamos a dar al albariño y los niños a la Coca Cola para mi disgusto, excepto algún tierno infante que le daba al agua. Comenzamos con cuatro raciones de maganos encebollados, bastante comestible, congelado por supuesto, pero muy bien hechos, vamos que estaban ricos. Si hay alguien que los bordaba era en el bar el 28 en Tetuán, tenía una mano la cocinera que no sabías distinguirlos.
Otras cuatro raciones de rabas, también decentes, bien escurridas y no con el aspecto ese de anilla de calamar congelado, ni con la tira de chicle que se te queda en la boca al intentar romperlas, vamos que estaban también bien.
Y para rematar cuatro raciones de almejas, según el camarero de Pedreña, pero laponica al fin y al cabo, a mí la realidad es que como más me gustan es naturales, pero estas estaban en una salsa marinera, ajo harina, perejil. Bastante buena lo mejor de todo los «barcos» de untar, cayo gran cantidad de pan os lo aseguro.
Y pasamos a la paella, a estas alturas yo ya estaba próximo a la conmoción cerebral debido a los berridos de dos tiernos infantes situados en la mesa de al lado, los nuestros la verdad es que estaban de los más comedidos, algún que otro no quiero, y más de un te vas a ganar un bofetón, pero tranquilos y sin hacer en general ascos a nada, estaban sobornados con salir a dar un paseo en barco.
Total que nos traen la paella con los cuatro centollos encima los niños que lo ven empezaron a vacilar que si paella de arañón, que yo no como de eso. Al final el propósito se vio cumplido y nos tiramos unas risas, la verdad es que a posteriori terminaron chupando patas de centollo como descosidos, y que les gustaba el arañón. La paella muy típica de nuestra costa, con todo lo que se tercie, rape, mejillón, calamar, almejas, gambas, langostino y un poco caldosa, muy bien al final comimos todos de ella y sobro un poco no mucho pues hubo gente que comí hasta tres platos. Tomamos los consabidos chupitos y los cafés y terminamos a las tantas de la tarde, cercanos a las siete. En fin el lugar cumple con su cometido y por lo que me informo «El Jefe», mi padre que a la postre es jefe de máquinas, el precio estuvo muy bien, y para él la velada fue muy buena, que es de lo que se trataba.
Marqués de la Ensenada s/n 39007 Santander 942362706