Me encanta el concepto «Fast Good»: comida rápida vinculada a una alimentación de alta calidad y con una perspectiva saludable. Quizás tengamos que comer rápido por motivos personales, pero no tenemos por qué renunciar a comer bien. Me declaro adicto.

La nueva gerencia ha dado un giro radical al rumbo anterior, potenciando una carta breve centrada en una cocina divertida, con propuestas innovadoras para el panorama santanderino.

Ciertamente, me da pena entrar y no ser recibido por Yolanda o Pilar con sus vinagrillos esperándome, pero así son las cosas. En su lugar me reciben con unos torreznos (que no es mal recibimiento, ni mucho menos) que me recuerdan a una mezcla entre el clásico torrezno y los chicharrones gaditanos. Un torrezno a la brasa, con un toque de limón, que se convierte en el protagonista del local. BRUTAL es la mejor manera de describirlo.

Los pinchos a la brasa entre pan y pan son un acierto total, tanto en cantidad como en calidad y precio (4,9€). Probé uno de entrecot con chimichurri, de los que podría comer cientos, calentitos, sabrosos y recién salidos de la brasa.

También comimos una chistorra, no suele llamarme mucho la atención este embutido navarro, tiene una alta cantidad de grasa (entre un 70% y un 80%), lo que la hace muy pesada. Sin embargo, al compartirla, se minimiza el efecto de lo que podría haber sido una ración entera. Al final me gustó, especialmente entre pan y pan.

Para terminar, ese oscuro objeto del deseo conocido como los callos con patatas. Un punto perfecto de tamaño, picantes lo justo y bien pegajosos, con morro y pata; una elaboración que me encantó.

Por El Mule

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