Hemos Comido…creo que en esta ocasión podríamos cambiar el habitual Hemos Comido…por Hemos Disfrutado….pues la comida fue de las memorables en todos los aspectos.
Noviemebre 2016. El Restaurante Rodero alcanzó una justa fama cuando Jesús Rodero lo elevó a las más altas cotas de la gastronomía navarra. Después llegó el cambio de la mano de su hijo Koldo, que revolucionó el establecimiento con propuestas de vanguardia en la cocina, y de sus hijas Maria y Verónica, que ofrecen al comensal una exquisita atención en la sala. Hoy el Restaurante Rodero está considerado como uno de los más creativos e innovadores de Navarra. Posee una estrella Michelín y los tres soles de la Guía Repsol.
La carta se caracteriza por una cocina de vanguardia siempre con la base de los productos de la huerta y tradición Navarra. Varias son las opciones a las que te puedes acoger, bien comer a la carta, se renueva temporada tras temporada donde destacan varios platos estrella que se mantienen fijos, como la liebre royal con foie y trufas o la corona de alcachofas con cigalas, o bien decidirte por alguno de sus menús degustación a través de los que conocerás esta extraordinaria cocina en mayor profundidad.
Mención aparte merece su carta de vinos por su peculiaridad. Una carta lejos de las tradicionales organizada por los gustos de la familia, por el tipo de celebración o por el sabor del vino.
El servicio y el equipo humano de Rodero es otro de los puntos fuertes del restaurante, se caracterizan por su trato familiar con un inherente y altísimo grado de profesionalidad, destacan las dos hermanas de Koldo, Verónica como jefa de sala y María como sumiller.
Comenzamos con el cava que resulta tan habitual en nuestras celebraciones y en la mayoría de nuestras incursiones gastronómicas. Tomamos un Cuvé Reina María Cristina, un cava que nació para rendir homenaje a la Reina Regente Mª Cristina. En 2010 se relanza como el primer cava Blanc de Noirs elaborado exclusivamente con la variedad tinta Pinot Noir: “un cava exquisito blanco con aromáticos y gustativos a flores blancas y frutos rojos, matices típicos la uva tinta Pinot Noir”. El cava nos acompañó por copas durante toda la comida.
Antes de continuar, este año las vacaciones se me retrasaron bastante y pude cogerme unos días a mediados de noviembre, decidimos pasar unos días en Navarra, una comunidad que conocía ligeramente y que aparecía borrosa en mi memoria, entre los vapores etílicos de los San Fermines propios de los ventipocos años.
El viaje resultó toda una experiencia, Pamplona en concreto y en general Navarra, no son solo San Fermines son mucho más, una tierra con mucho que ofrecer y habitada por una gente que rezuma hospitalidad por los cuatro costados.
Cristina Martínez (Garbancita), nos hizo un resumen de sitios y entre ellos se encontraba este lugar que tanto nos maravilló de principio a fin, y que es todo un exponente de la cocina Navarra de vanguardia. No pudimos hacerla caso en todas sus recomendaciones por falta de tiempo, pero las almaceno en la recámara para una segunda incursión.
Comenzaron sirviéndonos toda una serie de deliciosos entrantes donde cabe destacar el salmón marinado y un puré de bacalao y setas. Cualesquiera de los dos dignos de elogio.
Comenzamos con el grueso de la comida. Tomate rosa en texturas con merengue y polvo de anchoas. Una auténtica explosión en la boca la parte líquida con sabor a tomate cien por cien, de aspecto acuso e incoloro pero de un abrumador sabor a dicha fruta. El merengue crujiente y vaporoso. El polvo de anchoas hace de complemento (uno de mis favoritos) al tomate. En resumen, una explosión de sabores en unas texturas completamente distisntas a las esperadas. UNA PASADA.
A continuaciÓn pasamos a uno de los ineludibles de la carta y más aún estando en el comienzo de la época de las alcachofas, corona de alcachofa. Yo no la tomé pero mi acompañante sí y hoy en día pasado más de un mes de la comida sigue recordándola e insisteindo en volver a Rodero antes de que se acabe la temporada.
Yo me decanté por otro tradicional de la zona y de la estación, menestra de verduras. Una sinfonía de verduras caracterizadas por su punto de cocción y acompañadas de unos berberechos muy justos de punto. Sabrosa menestra como pocas y rezumando el verdadero sabor a huerta otoñal, judías, guisantes, pencas, etc.
Pasamos a los segundos. Mi acompañante tomó un steak tartar impresionante a primera vista, una ración muy grande y un sabor único. Carne cortada a cuchillo escondida bajo un velo, muy básico y por tanto con el sabor que ha de tener, a carne. Como todo lo anterior excepcional y muy recomendable. Con una presentación espectacular.
Yo tomé de segundo unos callos y morros de ternera, algo sublime, gelatinoso y de gran sabor, cortado todo homogéneamente, resultaron de fábula, de los mejores que conozco. En este restaurante cualquier elaboración va mas allá sin tener en cuenta la vanguardia o la tradición, todas las elaboraciones están caracterizadas por una calidad que roza la perfección. Cuanto más se acercaba el final de la comida más me aferraba a la silla, no quería acabar nunca.
Por cierto, hablando de sillas, en más de una ocasión me han llegado peticiones para que hable de la comodidad del mobiliario. Las sillas de este lugar están pensadas para sobremesas de las largas, son muy confortables.
Y pasamos a los postres. No lo he dicho, pero mi acompañante es celiaca y no tuvo ningún problema a lo largo de la comida, por supuesto avisándolo; tomó un postre de lo más vistoso, sabroso y elaborado, algo dificil para esta dolencia.
Yo tomé fresas y a la vista de la fotografía vosotros decidís que os parece, a mi me resultaron exquisitas.
Unos petis four con el café.
Y la cuenta. Ante semejante elaboración, productos de calidad excelente, cocina exquisita, tradicional y creativa, los precios no podrían ser de otra manera y más teniendo en cuenta que nos encontramos en un restaurante con una estrella Michelin y tres Soles. Salimos encantados y deseando poder volver para disfrutar tanto como en esta ocasión.
Emilio Arrieta 3 31002 Pamplona