Hemos Comido…en el Pomposo, si se puede definir de alguna manera creo que sería: lugar de excelente cocina casera.
Para la gente que guste la cocina tradicional este es el lugar correcto. Durante muchos años fue el restaurante favorito de mi padre, le gustaba venir a comer sus tradicionales y excelentes platos de coina regional. En una ocasión estuve en una comunión y posteriormente en alguna comida familiar.
La pasada semana en medio de una conversación telefónica me dijo un amigo que estaba comiendo en el Pomposo y que hasta el momento todo muy bien, sentí curiosodad y me acerqué en cuanto pude.
El aspecto exterior no ha cambiado, el interior sigue similar pero con diferente pintura. En la barra, la parroquia de mediodía tomando el blanco, y bastante personal del sector transporte, creo que en parte debido al excelente parking que tienen las instalaciones, y a un buen menú del día con una gran variedad.
Pedí de primero piriñaca. La piriñaca que también recibe en Cádiz el nombre de priñaca, no es otra cosa que tomate, cebolla y pimiento verde picado aliñado con sal, aceite de oliva y vinagre. Hay quien le llama picadillo. Es una ensalada típica de Andalucía, que se suele hacer para acompañar pescados asados a la parrilla, huevas cocidas o marisco en forma de salpicón. Aquí en Cantabria es muy similar, pero suele llevar patata y diferentes vegetales.
Está en concreto tenía como ingredientes patata, tomate, pimiento, aceitunas, huevo y zanahoria, todo fresco, buenísima, un primer plato que me encanta en verano y que hacía mucho que no encontraba con ingredientes frescos y tan bien hecha. En esta primera ración pude observar que todo te lo sirven en fuente y a la vista, para que decidas tú la cantidad, algo que también hacia mucho que no veía.
En otro orden de cosas, hacer mención a lo pendiente que están del cliente en todo momento y de la profesionalidad del encargado, no se le escapa una.
Pasamos al segundo plato, lengua con tomate. No recuerdo la última vez que probé un plato de esta casquería, probablemente en casa de mi madre que la hacía de dos maneras muy particulares: en vinagreta (una receta que no me llegó) que era algo delicioso y con tomate, pero con la particularidad de rebozarla antes de añadirle la salsa.
Esta ración estaba perfectamente hecha, una muy buenas patatas fritas la acompañaban, pero no estaba rebozada, estaba hecha a la manera tradicional. El único pero para mi paladar: exceso de azúcar en la salsa de tomate, pero es que con las salsas de tomate yo soy bastante particular prefiero que pequen un poco de ácido que de dulce. Tampoco era nada exagerado, pues estaba correctísima.
De postre un flan casero. En fin, el lugar sigue sirviendo una excepcional carta tradicional y casera. El precio bueno 17€ con café y botella de litro de agua de Solares. Creo que hay que ahondar en la carta, que por cierto es del tamaño de una enciclopedia