Esta era la primera comida que hacía en Dublín. Preferí reservar en persona para asegurarme que realmente controlaban sobre la celiaquía ya que padezco esta enfermedad que tan malos tragos puede causar si no se tienen los cuidados necesarios.
Tras mi llegada al restaurante pude comprobar que no solo había muchos platos sin gluten, sino que otros se podían adaptar para que lo fuesen. Iba con la idea preconcebida de pedir un menú para almorzar, bastante económico, que incluye primero, segundo y postre.
La atmósfera del restaurante era muy agradable, al igual que el personal que me dio la bienvenida.
El primero que escogí fue la brocheta de queso de cabra con coulis de pimiento rojo, tomate cherry y ensalada. Para poder adaptarlo me sustituyeron el formato original por una tosta de pan. Por lo general, cuando el queso de cabra acompaña un plato suele ser el principal protagonista, pero este no fue el caso ya que el tomate tenía ese toque ácido que me recordaba al casero, al de toda la vida. Juntos creaban una explosión de sabor muy buena.
De segundo me decanté por el filete de pollo irlandés. Este era básicamente un filete de pollo frito con puré cremoso de patata y tallo tierno de brócoli. Me apetecía probar algo típico de la zona y fue lo que me recomendaron. No suelo nunca pedir este tipo de carne ya que no es ni mucho menos lo que más me gusta, pero he de decir que este es de los mejores que he comido. La pimienta le daba un toque genial y las verduras estaban perfectas, ni crudas ni demasiado echas, sino crujientes y sabrosas.
Y para terminar un delicioso brownie de chocolate y mantequilla de cacahuete con chocolate oscuro belga y helado de vainilla. En mi opinión, cualquier persona que no sea celiaca no habría notado la diferencia. La redactora del presente artículo solo lo es desde hace 5 años. En muchas ocasiones, las comparaciones son odiosas, pero esta , sin duda alguna, no era una de ellas.
He de insistir en que todo el personal del restaurante fue encantador y estuvieron muy pendiente de mi en todo momento para que todo saliera a pedir de boca. Volveré sin dudarlo ya que me quedan muchos platos pendientes por probar y la comida fue totalmente placentera.
12 Ellis Quay Arran Quay Dublin