La nueva posada, regentada por las hermanas Rosy, Lines, y Mari, Martín Concejero, hijas de Lupi, uno de los pastores lebaniegos más queridos, fue bendecida por el sacerdote Ernesto Bustio, amigo de la familia, en presencia del alcalde de Pesaguero, Vicente Vélez, familiares y amigos, que desearon a las tres hermanas toda clase de suerte en este nuevo establecimiento hostelero.
Se encuentra en un pueblo pequeño, de apenas diez habitantes. Se trata de una aldea que guarda el encanto natural de antaño, donde parece que el tiempo se detuvo, rodeadas de un paisaje natural repleto de encinas, cerezos y robles centenarios, donde el único sonido que puede despertar al visitante es el canto de los pájaros.
Casa Fidela cuenta con un total de diez habitaciones, donde la madera, elemento imprescindible en la arquitectura tradicional lebaniega, tiene su particular presencia en las estancias. En el interior, destaca la presencia de un salón con chimenea, donde no faltan los libros y revistas de la comarca, para deleite del turista.
Las hermanas Martín Concejero quieren que el visitante que llegue a Casa Fidela pueda disfrutar de una cocina tradicional lebaniega, degustando los exquisitos platos que vieron elaborar a su madre y abuelas, y para ello la posada dispone de un amplio comedor en la planta baja.
Nada mejor para poder comenzar el día, que un desayuno casero y abundante, donde no van a faltar el café con leche, acompañado de tostadas de pan casero, con mantequilla y mermelada, así como rosquillas o bizcocho, y un zumo de naranja.
Previo encargo, se puede disfrutar de platos tradicionales como el cocido lebaniego, el cordero o el cochinillo asado, el lomo de cerdo con patatas, el filete con patatas o los deliciosos huevos fritos acompañados de patatas y pimientos, morcilla, chorizo, o jamón, sin olvidarnos de las verduras de temporada, como las judías verdes o las alcachofas.
Otros platos que también se ofrecen al turista son los pimientos de piquillo con anchoas, la tabla de embutidos ibéricos, la tabla de quesucos de Liébana o la siempre socorrida tortilla de patata.
Finalmente, no pueden faltar los postres caseros, donde destacan el arroz con leche, el flan de huevo, o la tarta de la casa, así como la presencia de orujos, cremas y licores.