Hemos Comido…en Olea en La Cuchara del Camesa, reciente ganador del I concurso de pucheros de Cantabria en la modalidad de olla ferroviaria.
Olea se sitúa en la falda del Monte Endino, en el norte del Valle de Valdeolea a 8 km de Mataporquera y a 10 de Reinosa. Está orientado al sur, contemplando la llegada de Cantabria a la meseta castellana. Es atravesado por el río Camesa, afluente del Pisuerga y por lo tanto del Duero.
La comarca tiene un extenso patrimonio medieval su explicación esta en el hecho de que por aquí pasaba el «Viejo Camino de Santiago» o Camino de la Montaña pues los peregrinos que iban a Compostela pretendían eludir las tierras de la meseta amenazadas por el «terror sarraceno». Concluida la reconquista de Castilla esta ruta fue perdiendo importancia en beneficio del Camino Francés. Actualmente este Camino se encuentra en proceso de recuperación: ya está totalmente señalizado.
Olea cuenta con un servicio de información turística que es referencia en todo el sur de Cantabria, abre todos los fines de semana, fiestas, puentes y todo el mes de agosto. A Olea sale y vuelve el SL-S 30, sendero de pequeño recorrido que se inicia en la ermita de San Miguel, se dirige a San Martín de Hoyos, asciende toda la cuerda del monte Endino y vuelve a bajar al pueblo de Olea. 15 Km de enorme interés paisajístico, naturalista y patrimonial. Olea lo cierra al norte el monte Endino, que hace frontera entre Valdeolea y Campoo de Suso. este monte de 1548 m. ofrece una panorámica fronteriza de Cantabria al norte y la llegada de la meseta castellana al sur.
Os dejo una fotos de parte del camino, Villaescusa y una pequeña parte (anterior a la comida) del sendero que antes hablamos, para que os vayáis haciendo una idea de lo que os perdéis.
En el caso de la olla ferroviaria el vencedor de este I concurso de pucheros de Cantabria ha sido La Cuchara del Camesa, de Olea, seguido de la Taberna Cucabrera, que se encuentra en Galizano. En tercer lugar ha quedado el restaurante Canorín, de Santa Cruz de Bezana.
Y con esta noticia nos fuimos a ver que se cocinaba en la olla de Olea. Desde Santander hay una tirada pero muy cómoda, toda por autovía y en los últimos kilómetros merece la pena ir parando pues hay lugares de una belleza inigualable. También merece la pena llegar con tiempo y darte un pequeño paseo por los alrededores, o con mucho tiempo y hacerte la ruta anteriormente comentada.
El perro no se movió desde que llegamos hasta que nos fuimos, o tenía resaca o sueño atrasado, y digo perro por decir algo porque por el color y el tamaño bien podía ser un ternero.
Cuenta con unas buenas instalaciones de aspecto rústico, siempre como tema central la madera y todo tiene algún toque «especial». En la madera del suelo hay pintadas diferentes tipos de hojas, motivos rústicos en las sillas, un gran panel de cucharas de madera, la barra es un tronco de aserradero y un largo etcétera de detalles rústico-madereros.
El restaurante tiene un menú por un precio de 20€ consistente en un entrante en esta ocasión tenían dos sopas, una de algas, otra de ajo y una ensalada. Dentro de los segundos un plato de cuchara siempre hecho en olla, garbanzos de vigilia, cocido montañés, etc. Un vino de la casa, que en estas ocasion era un vino de Toro y uno de los postres artesanos que suelen tener.
Yo tome un menú y mi acompañante un plato de cuchara, Comencé con una sopa de ajo con edulis, el clásico formato de sopa de ajo castellana con un sabor marcado a edulis, una auténtica delicia, una textura excepcional y un sabor brutal a hongos, muy recomendable.
Mi acompañante tomó garbanzos con bacalao, el típico puchero de la cercana vigilia, garbanzos espinacas y bacalao, acompañado de huevo cocido. Se quejó del marcado sabor a laurel, venía acompañado de una hoja entera y sabia solo a esta especia «maldita» que impregna de su sabor a todo lo que toca.
De segundo tomé cocido montañés. Para mí más alubias con compango que cocido montañés. De todas maneras y purismos a parte algo buenísimo, riquísimo, finísimo y todos los «ísimo» que se te ocurran. Una alubia blanca buenísima, un caldo con una sabor como ninguno y un compango de lo más generoso y variado, manos de ministro, costilla adobada, chorizo, tocino, carne de vaca, morcilla etc. Un plato muy recomendable.
Y pasamos a los postres, en este lugar siempre caseros. Mi acompañante tomó higos bañados en chocolate, acompañados de helado de almendra, muy buenos. Y yo tomé yogur con fresa y nueces, un buen yogur batido acompañado de unas nueces un tanto frescas muy buenas.
En resumen, el lugar está muy bien, el servicio es muy bueno, desde el primero al último de los integrantes del equipo se deshacen en explicaciones, tanto en lo referente a la comida como en cualquier pregunta relacionada con el entorno.
La factura, para verla pinchar encima de la foto pues es más larga que una semana sin pan y encima hay siete euros de dos sacos de patatas de Valderredible que compré, la mejor patata del mundo.
Barrio de Santa Maria 3 Olea 39418 699515000 info@endolea.es lacucharadelcamesa
La Cuchara del Camesa Barrio de Santa Maria 3 Olea 39418 699515000