En el corazón de La Coruña, en un edificio que parece sacado de un cuento, se erige el restaurante Miga. Este enclave único no solo destaca por su arquitectura singular, sino también por su propuesta gastronómica que combina lo mejor de la tradición y la innovación culinaria.

La visita a Miga fue una experiencia para los sentidos. Dos comensales nos reunimos para disfrutar de un almuerzo que prometía ser inolvidable, y no nos decepcionó. 

El escabeche de sarda fue el primero de la lista. La frescura del pescado, combinada con el toque ácido del escabeche, nos transportó a la costa gallega con cada bocado. 

Luego, el tartar de rubia gallega nos sorprendió con su delicadeza y sabor intenso, una verdadera joya de la gastronomía local. Las patatas chips que acompañaban estaban superiores, una pena que no fueran aptos para celiacos.

El repollo asado con berberechos y bearnesa fue, sin duda, el plato estrella. La combinación de texturas y sabores fue un espectáculo puro, inolvidable. Cada bocado era una explosión de sabor que nos dejó sin palabras. 

Finalmente, el conejo con setas cerró nuestra velada con broche de oro, un plato que combinaba la ternura de la carne con la riqueza de las setas.

Los callos, un plato que no te puedes perder. Esta receta es el resultado de la fusión de las recetas de dos abuelas, creando un sabor que evoca recuerdos y tradiciones familiares, su plato más emblemático,  preparados sin huesos y servidos de cuchara, siguiendo la receta tradicional de Pilar y Maruja. 

Miga, es más que un restaurante; es una casa de comidas gallega que se destaca por su cocina de temporada y de proximidad.

Además de los callos, Miga ofrece una variada carta de mercado que incluye platos como la burrata con calabaza a la brasa, almendras tostadas y trufa fresca, y el bonito de invierno en rillette. La propuesta de Miga se centra en ingredientes frescos y locales, con un enfoque eco-responsable y creativo

Miga se sitúa en una posición privilegiada dentro de la oferta gastronómica coruñesa. Su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno, y su dedicación a la calidad y la innovación, lo convierten en un destino imprescindible para cualquier amante de la buena mesa. Cada visita a Miga es una celebración de la gastronomía, un viaje culinario que deja una huella imborrable en el paladar y en el corazón.

Por El Mule

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