Es cómo la miel de casa pero envasada y con todas las garantías sanitarias. Es aconsejada en enfermedades del corazón, riñón, vías urinarias y respiratorias.
La recolección (entre los apicultores se dice catar) se hace de mediados de septiembre a finales de octubre. Consiste en retirar los panales de miel de las colmenas. Por supuesto hay que dejarlas los suficientes para que ellas puedan alimentarse durante el invierno y parte de la primavera.
La extracción consiste en sacar la miel de los panales y envasarla en los tarros. Esto conlleva una serie de pasos que resumidamente son los siguientes:
– Desopercular:
Cuando la miel está madura en las celdillas, las abejas la recubren con una fina capa de cera llamada opérculo. Por tanto lo primero que hay que hacer es quitar ese “precinto natural”, para ello se utiliza un cuchillo especial y un rodillo con pinchos. Se pasa un rodillo de pinchos por un cuadro ya desoperculado. Para la extracción de esta miel es imprescindible esto, ya que es muy viscosa y no saldría.
– Extracción:
Los cuadros se introducen en el extractor, que empieza a girar y por centrifugación (como si fuera una secadora) hace salir la miel de las celdillas.
– Filtrado:
La miel sale con trozos de cera y opérculos, por lo que hay que filtrarla, para ello se la hace pasar por una serie filtros de mayor a menor tamaño. la miel cae del extractor a la cuba de decantación, donde se produce un primer filtrado, antes de pasar a la centrifugadora con distintas mayas, donde ya queda finalmente filtrada.
– Decantación:
Esa miel filtrada se la deja decantar en un madurador (un bidón de acero inoxidable) un tiempo que oscila entre un día y tres. Aquí acaba de perder alguna impureza y burbujas de aire.
– Envasado:
Una vez la miel está filtrada y decantada se pasa al envasado en tarros de cristal de kilo o medio kilo. Se puede hacer manual (pequeños apicultores) o con una envasadora automática. Como se puede apreciar en esta instantánea.
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