Marrón Solana

Hemos Comido…en Solana, el año pasado celebré mi cumpleaños en este lugar y este año he repetido.

Febrero 2014. Solana es uno de mis restaurantes preferidos de nuestra comunidad. Ofrece cocina de vanguardia a la vez que nos oferta lo más tradicional de nuestra gastronomía. La ubicación es un tanto apartada pero merece la pena, tanto por el sitio como por la pitanza.

Veníamos de tomar un aperitivo en Laredo en Everest II, con posterior parada en Ampuero y aún así todavía no estaba abierto al público, pero es que siempre soy el primero, así que dimos un paseo por los alrededores. Hacía un día de esos de sur suave, de los que muy de vez en cuando amanecen en Cantabria, de esos días que hay que salir de casa como sea.

Nos sentamos los primeros, nos tomaron nota los primeros y nos sirvieron los primeros, con una cadencia de plato terminado, dos palabras y a por el siguiente. Como a mí me gusta, sin esperas.

Tomamos dos copas de vino cada comensal que, por cierto, éramos dos. Mi acompañante tomó un Esencia Divina Albariño D.O. Rias Baixas, muy a su gusto según comentó.

Yo tomé un Somontano Viñas del Vero de uva Gewurztraminer del 2012. Un vino de un bonito color amarillo verdoso bastante aromático, floral, persistente en boca es sedoso destacando un ligero toque especiado. Un excelente acompañante.

Nada más servinos el vino nos presentaron el conjunto de panes que nos acompañaron durante la comida, pan rústico, de cebolla y cereales.

En breve nos sirvieron el aperitivo bienvenida. Una royale de foie caramelizada con espuma de avellana, muy buena, de aspecto similar unas natillas con nata, como aperitivo. Nos recomendaron tomarlo metiendo la cuchara hasta el fondo para poder combinar ambas texturas y sabores.

También nos sirvieron una alcachofa a la plancha. Deliciosa, con el toque de sal perfecto, un corazón de alcachofa blando y sabroso.

Continuamos con un trampantojo, falso tomate relleno de marisco. Un caparazón de cacao formando un tomate que guarda un salpicón de marisco. El caparazón carente de sabor y el marisco muy bueno.

Comenzamos con una tónica general en todos los platos, facilmente esquivable pero general. Todos incluían algo con un toque dulce, muy de moda últimamente en la cocina, pero que a mí por norma no me suele agradar. Si quiero algo dulce ya llegaré al postre. La royale de foie lo traía y este tomate venía acompañado de una espuma de manzana también dulce. Dejando fuera lo de la espuma el tomate estaba delicioso y complejo, autentico sabor a mar.

Continuamos tomando el salmón de Alaska con aguacate y helado de hinojo (dulce). Tenía el recuerdo de la vez anterior y el recuerdo resultó una instantánea, tal cual lo recordaba. Una delicia, un leve toque ahumado, carne tersa, rojo rojo. Delicioso, consiguiendo un aroma a sidra y un marcado sabor al pescado. Y, sobre todo, una presentación espectacular.

Aquí os dejo seis instantanes del salmón de Alaska, pero ojo no solo la presentación merece la atención, el salmón es para repetir y de hecho yo he repetido.

Pasamos a los segundos. Mi acompañante se tomó unas gambas a la plancha. Buen calidad de gamba, perfecto punto y ración generosa. Todo un acierto.

Tomé lomos de chicharro glaseado con jugo de percebe y guiso de guisantes. El jugo de percebe cubría la parte superior del lomo de chicharro y tenía una aspecto similar a la salsa de tuétano, un marcado sabor a mar, a alga, a yodo. Un excepcional lomo cargado de grasa y sabor, jugoso. Una base de guisantes bien cocinados sobre la que se disponían las dos piezas de chicharro glaseadas. Sabor muy muy intenso, como todos los pescados azules. Un toque ahumado, el pescado se deshacía en la boca. Todo un descubrimiento.

Y pasamos a los postres. Yo tomé tarta de queso picón, un postre complétamente distinto a cualquier tarta de queso. Suave sabor a picón, no muy dulce, de agradable contraste con los frutos rojos, muy bueno.

Mi acompañante tomó raviolis de piña rellenos de helado de coco sobre sopa de fruta de la pasión. Acierto absoluto.

Para terminar, después de los cafés, nos obsequiaron con unas gominolas de gin-tonic y unos cucuruchos de chocolate rellenos de nata de fresa. Simplemente riquísimos.