Hemos Comido en Burdo, en Liencres, una asignatura pendiente desde hace bastantes lunas.
De entrada, cuidan el pan y te dan a elegir, lo cual añade un punto a su favor. El pan tiene muy buena pinta y cuando lo pruebas te das cuenta no es solamente apariencia. Sirven cava por copas, y por cierto un buen cava, Sumarroca.
Como bienvenida un salmorejo cremoso y ácido, con el toque de vinagre que le caracteriza. Muy bueno, no sé si será casualidad, pero hoy leía un artículo sobre el salmorejo y su afiliación hispalense que es un primor, está referenciado en mi FB.
Sí que sirven arroces unitarios, pero la espera es de unos 25 minutos, así que busqué otra opción más rápida. Me quedé con las ganas de un arroz seco de cachón con ali-oli, otro día será.
Me dejé aconsejar por el camarero y tomé mi primer bonito de la temporada. Un bonito con pisto que se postulaba muy atrayente, espero que sea un taco y a la brasa.
Y así fue.
Esta primera toma de contacto con el bonito ha puesto el listón altísimo, perfecto de punto y de acompañamiento, las verduras eran de las que hacen que se te caigan las lágrimas y el corte del pescado era de diez. ¡Que mueran las ruedas, vivan los lomos!
De segundo un entrecote de vaca gallega a la brasa. Fue lo que me llamó la atención del lugar. Más pequeño de lo que suelo pedir, ya que sabía de antemano que el primero iba a ser generoso, pues lo había visto servir.
Aquí parece que me leen el pensamiento, taco de bonito y corte de lomo bajo (un lingote, que es como llamo a mi corte favorito para el entrecote). A parte del punto, que era perfecto, la carne se deshacía y se le notaba un nivel justo de maduración, con gran sabor a vacuno como debe ser. Patatas artesanas y pimientos de verdad, poco más se le puede pedir a una carne. Desde luego que el parrillero se había esmerado. Un único pero: sobraba el azúcar añadido a los pimientos.
De postre media racion de tatin Burdo.
Una comida que me obliga a recomendar el sitio.