Hemos Comido…en La Prensa, después de la experiencia anterior me acerqué con dos amigos que no lo conocían.
Junio 2014. Uno de los apartados que más me llama la atención, y donde siempre me fijo, son los carteles que cubren las paredes de los alredores de la barra y que forman la oferta diaria, una seña distintiva tanto de este local como de su hermano La Radio.
Una oferta donde puedes tomar desde una oreja a la plancha hasta un cocido madrileño, pasando por toda la oferta de pescados y mariscos del Cantábrico del día.
En esta ocasión, un día entre semana, la oferta se completaba con una degustación en vivo y en directo de cecina al corte, para disfrute de los allí presentes.
El principio del día era soleado y reservamos en la terraza, una maravillosa terraza de la que ya he disfrutado en alguna ocasión, pero el tiempo se complicó y la comida la hicimos a cubierto en un comedor con aspecto de camarote.
Antes de comezar la comida nos ofrecieron unos aperitivos bienvenida de cecina (la que estaban cortando en la entrada), por cierto superior, y unas tapas de rabas y zamburiñas mientras decidíamos las viandas.
Comimos con Juan Gil, un vino que no conocía y que me sorprendió gratamente. Un monovarietal de monastrell de cepas viejas. Un tinto intenso, potente y sabroso en boca.
Pepe, uno de los asistentes, tenía especial antojo de oreja y en cuanto la vió en la carta tomó partido por la misma. Así que comenzamos tomando una oreja a la plancha, cortada muy fina, acompañada de una slasa de pimientos ligeramente picantes. Me gustó bastante.
Continuamos tomando unos percebes, de tamaño terciado y muy sabroso, perfectos de punto. Se entremezclaban percebes de marea y de buzo, pero en general muy buenos todos. La diferencia entre los percebes de marea y los de buzo es que los primeros se encuentran en la zona intermareal y quedan al descubierto en bajamar, se dice que les da el sol. Suelen ser mejores que los que se encuentran por debajo de esta zona, que estan siempre sumerjidos y que se llaman de buzo.
Unas almejas de Pedreña a la marinera. Muy buenas y justas de punto, pero en este tipo de bibalvos me he pasado al crudivorismo, o como mucho recién abiertos al vapor, creo que es donde verdaderamente se disfruta su sabor a mar. De todas maneras muy buenas.
Y algo en lo que yo me empeñé, unas necoras a la plancha. Como en la ocasión anterior que las probe aquí son las mejores sin lugar a dudas. Perfectas de tamacho, perfectas de cocción. Vamos, que perfectas. Algo que también compartieron mis acompañantes.
La comida continuó con un San Martín o pez de San Pedro de más o menos un kilo y medio. Se cuenta que a San Pedro le reclamaron los impuestos que César exigía a los habitantes de Roma, y como no debía tener dinero, no se lo pensó dos veces e introdujo la mano en el agua y sacó un pez. Le abrió la boca, sacó una moneda y con ella pagó los impuestos reclamados. El nombre de Pez de San Pedro viene por la mancha negra a cada lado que se corresponden con la marca de los dedos del apóstol.
Muy buena elaboración, pez jugoso y con el excelente sabor que le caracteriza, sin disfrazar, acompañado de una papata panadera que gana con en sabor con su cocción en el horno con el pescado, muy recomendable.
Para terminar un entrecot de 650gr de una excelente carne, sabor, punto y maduración, una pieza buenisima y un corte perfecto, veteado de grasa y con el reborde también graso, Acompañado de unos pimineto de Padrón y una buenas patatas fritas.
Todos los presentes, y aún siendo el último de los platos de una opípara comida, alabaron la calidad de esta carne, la cual no dudo en recomendar a todo visitante que vaya a este restaurante. Y eso que es básicamente una marisquería.
De postre una bolitas de helado artesano.
En resumen, una comida con mayúsculas. Todo excelente, del precio no sabría deciros pues no pagué yo, pero supongo que como en otras ocasiones, dentro de lo esperado.