Hemos Comido…En Polaciones en La Laguna, Casa Enrique, bar, restaurante, hostal y panadería de horno de leña y pan de verdad, masa madre y harina de Castilla.
Este artículo me gustaría que sirviera para animaros a conocer uno de los lugares más bellos y escondidos de Cantabria. Un lugar al que la gente no se acerca por pereza, pero que refleja fielmente la realidad de la naturaleza de nuestra comunidad, dura y bellísima. Un lugar cada día más despoblado donde la gente subsiste teniendo como base a la ganadería y el turismo
Aunque solo sea por observar lo que acontece a lo largo de viaje merece la pena y si a la hora de volver no tienes prisa, vuelve por Piedrasluengas y la montaña palentina, os aseguro que no tardareis en repetirlo.
Os voy a dejar unas fotos de algún que otro lugar, tanto para llegar como al volver. La ruta saliendo de Santander es la siguiente: tomar dirección a Cabezón de la Sal, seguir por Cabuérniga hasta el Collado de Carmona, y una vez allí continuar por la carretera hacia Polaciones.
El valle de Polaciones ofrece al turista el encuentro con uno de los paisajes más bellos de Cantabria. Los pueblos que aún conservan su tipismo y arquitectura tradicional, con edificios que entre sus piedras guardan un gran pasado histórico; los bosques de haya y roble y los puertos de alta montaña. Todo ello unido por una red de caminos y senderos donde poder disfrutar y practicar el senderismo y contemplar desde lo alto la belleza del entorno, hace del valle de Polaciones un lugar para disfrutar de un descanso merecido.
La razón de acercarnos a Polaciones no era otra que disfrutar de una jornada de naturaleza en estado puro y por otra parte el atrayente gastronómico de la zona. Casa Enrique, un negocio familiar abierto en 1991 y que en la actualidad dirigen Pilar y Emi, con el apoyo de su madre y alguna que otra mano desde el apartado de hornos de leña.
El restaurante cuenta con una amplio comedor con vistas a la montaña. Lo primero que llama la atención en cuanto te lo sirven es el pan, de elaboración artesanal propia en horno de leña, pudimos visitar el hormo y lo reflejamos en otro articulo. El horno sirve también para la elaboración de lechazo, el cabrito o el cochinillo, siendo necesario encargarlos en el caso de los dos últimos.
Tienen un menú del fin de semana, que fue el que nosotros tomamos. A parte una extensa carta, destacando los guisos de cuchara, cocido montañés, cocido lebaniego, la fabada, las alubias blancas, las alubias rojas, la sopa de carne o las croquetas caseras.
En segundos platos mandan las carnes de montaña, chuleta, chuletón, además de caza. Preparan de encargo un excepcional ragú de jabalí o venado. Y algo dificil de encontrar, huevos con matanza, picadillo de chorizo, el borono.
Comenzamos tomando unas alubias rojas, «mantequilla» que diría un amigo mio, acompañadas de un pan hecho con harina de Castilla en horno de leña (Hacen tres tipos de pan: barra, torta y torta en aceite. El pan es una aliciente más y dificil de encontrar de similares características). Unas excelentes alubias rojas con un caldo justo de espesor y un buen compaño de origen matacio. El punto, según Pilar, se le da el agua de un manantial cercano, limpia y cristalina, famosa desde hace muchos años por sus cualidades. La alubia roja estaba para quitarse el sombrero.
En el segundo también coincidimos los dos comensales: lechazo. Un lechazo hecho al horno, acompañado de unas buenas patatas, pimientos y una ensalada. La ración generosa y hecha a la cántabra, que nadie se espere un lechado al uso de horno de barro, aquí se emplea otro tipo de cocción, más rápida que le da otra textura y un diferente sabor, no por ello desdeñable ni mucho menos. La base es la misma carne de lechazo y sal, el resultado delicioso. Si a esto añades que lo ves en el horno de leña y te enseñan antes de comer el resultado todo orgullosos de su producto, te sabe todavía mucho mejor.
En resumen, el viaje a Polaciones merece la pena en todos los aspectos. Creo que es algo que toda persona que se interese por nuestra naturaleza no debe dejar de conocer. Es un viaje para hacer con tiempo e ir parando donde apetezca y que hay que repetir habitualmente pues siempre se va a quedar algo sin ver. En lo referente a la gastronomía, una excelente gastronomía de montaña y un buen precio, un pan natural y una esmerada atención por parte de nuestros anfitriones. No tardaré en volver. En fin, creo firmemente que les debemos como mínimo un viaje anual a nuestros paisanos purriegos para ayudarles a sostener en el tiempo este entorno natural. Estad atentos a vuestra cita anual con Polaciones.
A la vuelta tomamos el camino más largo, por Piedrasluengas. El más largo pero precioso, conocer la última parte de Piedrasluengas y poder ver desde el mirador de la cima todo el valle en dirección hacia Liébana, un mar boscoso, para luego seguir por la montaña palentina, igual de bella que nuestra montaña, el pantano de Cervera, Cervera de Pisuerga, para terminar el viaje en Aguilar de Campoo a comprar una galletas antes de toma la autovía en dirección a Santander.
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