Hemos Comido…en San Pedro de Rudagüera en La Ermita 1826, después de la VIII Feria de la alubia y la hortaliza en Casar de Periedo.
Noviembre 2012. Eterna pregunta: ¿Donde comemos? Es que por aquí «como no hay sitios». Además, mira que te dije que había que reservar, pues hoy como que imposible. Me apetece chuletón. Coño y a mi! Pero, ¿donde? Espera un momento que llamo a mi cuñado y enseguida me ficha el mejor sitio de los alrededores para comer carne.
Esta es parte del diálogo. Total, que Pedro llama a su cuñado comercial de Camarsa y nos dirige, reserva y presenta a Juan Carlos Gomez, cocinero de La Ermita con que que hablamos un instante a la llegada a la Ermita a eso de las 14:30.
El paseo desde Casar de Periedo hasta San Pedro de Rudagüera merece la pena en todos los sentidos, el Saja bajaba de crecida precioso. Salimos hacia la vieja general en dirección a Torrelavega, tomamos la entrada hacia Novales. Ya en el camino de San Pedro otra maravilla de paisaje, discurre por una bonita zona boscosa y atraviesa casi al final un precioso pueblo, lleno de casas con una gran solera, en medio de una pronunciada cuesta.
Nada más entrar al bar que hace de recepción, nos encontramos con este abarrotado de gente tomando el vermut y raciones, que segun la carta de barra que cayó en nuestras manos era bastante abundante a la hora de elegir y con un buen precio. Enseguida nos recibieron, nos presentaron a Carlos, tomamos un blanco en la barra y subimos a comer al piso superior, donde tiene un comedor más íntimo que el de la planta baja.
La carta es extensa, con otra extensa sección de fuera de carta incluidos en una hojita que te entregan a parte. Así que tardamos un ratín en decidirnos.
Nos sirvieron unos aperitivos bienvenida consistentes en un puré de patata y calabaza muy sabroso y denso, acompañado de «coscoritos» (así llaman en mi casa a los dados de pan frito que acompañan al puré) no sé a otros, pero a mí así es como me gusta tomarlo. Con el pure nos sirvieron el pan, se me hizo curiosa la manera del lugar, un cesto lleno de pequeños panecillos de diferentes tipos, en general bastante buenos y calientes.
Comenzamos con una ensalada, algo inusitado por la compañía, a quien cualquier relación con el mundo vegetal le parece demoniaca. Antes de nada decir que eramos tres. Una ensalada de queso de Las Garmillas y anchoas con suave aliño de ajo. La ensalada deliciosa, el queso justísimo de punto con un leve sabor a ajo, las anchoas excelentes muy limpias sabrosas y nada saladas. En resumen, una ensalada de lo más recomendable, superior.
Seguidamente compartimos unas setas con pimientos asados. Esta ración hice hincapié en pedirla yo, pero cuando la vi me arrepentí de hacerlo. A priori pensé que las setas serían del bosque cercano, quizás unos boletus o algun tipo de seta silvestre, no la «típica» con la que venía compuesta la ración. Al poco de probarla resultaron estar magníficamente hechas, acompañadas de unos pimientos asados naturales excepcionales y bien carnosos y una salsa no sabria decir cual pero que acompañana a las mil maravillas con las setas. A mí me habría gustado, dada la época, que fueran otro tipo de setas, pero las que tomamos, aún siendo de las «vulgaris», estaban excelentes.
Continuamos con los segundos. Pedimos una de las especialidades de la casa, los escalopines rellenos de queso y setas. Otra de las especialidades son los coloños de solomillo albardados, de los que no tenían pues se les había terminado el solomillo.
No me extrana que sean la especialidad, buenísimos, acompañado de unas hermosas patatas fritas y digo hermosas por el tamaño en que estaba cortadas, pimiento rojo y pimiento verde natural, deliciosos los escalopes muy recomendables.
Entre Pedro y yo nos comimos un chuletón de añojo de 1,8Kg. Una carne bien madura de punto, con un excelente sabor, justamente veteada y acompañada de una buena grasa que aporta jugosidad al conjunto. De punto perfecta a mi gusto, roja y atemperada, servida sobre unos platos refractarios que mantienen la temperatura, vamos que nos pegamos un buen homenaje.
Al final decidimos tomar postre dos raciones para los tres. Una tarta de queso muy vaporosa, bastante buena y una tarta de nuez y chocolate tambien muy rica. Las dos incluían una bola de helado.
Comimos con cerveza, en esta ocasión Alhambra que acompañó perfectamente la comida.
En resumen, el lugar es recomendable. Unas buenas raciones comida de calidad y bien cocinada un servicio impecable en todos loa aspectos y un precio acorde con lo comido. Creo que vamos a tardar poco en volver.
Hemos Comido…en San Pedro de Rudagüera yo la verdad es que he comido a trompicones toda la comida corriendo detrás de los críos por la calle.
Situado en una casona construida por Jándalos (Se conoce como jándalo al andaluz originario de Cantabria) en el año 1826 en el pueblo de San Pedro de Rudagüera, a orillas del río Saja, que atraviesa parajes de gran belleza paisajística y pueblos con arquitectura popular sin alterar. En definitiva es un lugar privilegiado para disfrutar de la naturaleza y tranquilidad de la zona en unas instalaciones que no rompen con el entorno un ambiente rústico.
LA ERMITA 1826, es una referencia para disfrutar de una excelente cocina cántabra. Ya desde los años 80 esta hostería viene ofreciendo además de alojamiento el mejor servicio de cocina típica en la que podemos degustar entre otras cosas un buen cocido montañés y unos exquisitos coloños de solomillo albardados con virutas de jamón ibérico sin olvidarnos de los postres caseros y típicos de la región
La verdad es que he comido una vez y me he pasado toda la comida detras de los críos, comí cocido montañés, muy bueno y unos escalopines de solomillo con salsa de Tresviso, buenísimos. Éramos un montón de amigos y a mí me tocó en esa ocasión de vigilante. A todos les gustó mucho el sitio, sin disparidad de opiniones, todo bien el servicio bien y el precio bueno.
Por El Mule