Hemos Comido…en La Cava. Cena de amigos, una reunión más de este verano, elegimos La Cava para intentar sorprender a nuestros acompañantes.
Agosto 2013. Nos desplazamos hasta La Cavada para intentar sorprender a nuestros acompañantes, debido las excelentes experiencias anteriores. En esta ocasión no estuvo mal, pero hubo una gran diferencia con las anteriores visitas. No fue tan sorprendente, lo veremos a lo largo del artículo.
El lugar sigue gozando del encanto típico de una construcción de sus características, la decoración sigue igual que como la recordaba. Me gusta siempre, antes de entrar, tomar un aperitivo en la barra para observar con más detenimiento el entorno, siempre encuentro algún detalle que se me había pasado en visitas anteriores. También la oferta de vinos merece la pena, siempre ofertan algún vino atípico.
Después de tomar unas cervezas en la barra, muy bien tiradas, muy bien de temperatura y de dos marcas poco conocidas, nos dirigimos al comedor donde teníamos reserva debido a las fechas en las que nos movemos en parte, pero normal debido a nuestro habitual proceder.
Enseguida nos tomaron nota y nos contaron los fuera de carta. Elegimos el vino, un cava Ferret Guasch Brut Nature Reserva, con uno de los etiquetajes más feos y poco comerciales que he podido ver a lo largo de mi vida.
Un vino color amarillo pajizo, burbuja fina y persistente aroma lácteo, frutos secos, fresca entrada con un notable y algo gaseoso recorrido en boca, refrescante y bien integrado muy justa y buena acidez, que acompañó a las mil maravillas durante la velada.
Nos trajeron un aperitivo bienvenida consistente en unas aceitunas griegas. Distintas, muy buen sabor, me gustaron mucho, algo diferentes pero muy ricas. Por cierto, pregunté si eran de la variedad koroneiki pero no supieron contestarme. No tiene importancia pues era mera curiosidad, en parte debido a que los aceites que he probado que utilizan esta aceituna como base siempre me han sorprendido gratamente.
Comenzamos con una ensalada de burrata y tomate de nuestra huerta. Buen aceite, algo de falta de aliño. La burrata es un queso fresco italiano y aunque parezca un nombre sorprendente para un queso, tiene una explicación lingüística. Mantequilla traducido en italiano es “burro”, sí pues, “burrata” no significa una burrada, sino sencillamente mantecoso.
La burrata se obtiene añadiendo a la leche fresca el suero producido al dejar agriar parte de la producción del día precedente y cuajo de ternera, cuajando la leche en 20-30 minutos desde su añadido. La masa, que en este momento de la elaboración se llama cuajada, se rompe en trozos grandes. Estos trozos se dejan reposar durante 4-5 horas en el suero hasta que comienza a tirar hilos. La cuajada o burrata está lista para insertarla en los sacos de tela donde se deja hacer el queso. Para finalizar la producción de la burrata, ésta debe ser inmersa durante un par de minutos en salmuera, para salarla.
La ensalada contenía dos tipos de tomates, uno similar al cosechado por norma general en Cantabria y el otro con el aspecto de un raf (Resistente A Fusarium) de pequeño tamaño. La ensalada me resultó bastante insulsa, debido a los componentes, la burrata es un queso todavía más suave que cualquiera de los frescos locales, el aceite que acompañaba a la ensalada resultó lo más sabroso de la misma, aunque escaso.
Los siguiente entrantes fueron unos dumplings al vapor en bambú con tamari. Los dumplings son una receta tradicional oriental en donde una pasta tipo wonton es rellenada de verduras, mariscos, cerdo o pollo y cocinada al vapor. El wantán, wantón, wontón o Won ton es una masa muy fina y rellena, que se elaborada con harina de trigo, agua, y sal. Los tortelini o ravioli son la variante italiana que se trajo Marco Polo de la China.
Estos dumplings estaban rellenos de espinacas y salmón, resulto una sabrosa mezcla y una textura algo gomosa debido a la cocción de la pasta, pero agradable y muy sabrosa. Para mi ganaban con la soja que les acompañaba, me gustaron mucho.
Dentro de los entrantes terminamos con un carpaccio de solomillo con vinagreta de pistacho. Al igual que la ensalada el carpaccio me resultó insulso, no sé si es que el cocinero-a tenía el día soso o que nosotros teníamos el día salao pero fue la nota de los dos platos referidos.
Y comenzamos con los segundos, donde tomaron dos de los comensales bacalao en tempura con ali oli de aceituna negra. El bacalao estaba bueno y sabroso según los comensales, pero no era lo que le había quedado en el recuerdo a mi mujer del año anterior, tanto en presentación como en sabor. Resultó un plato normal, bueno, mientras que el del año anterior era algo excepcional.
El otro comensal tomó rabo de toro. Bueno en general, pero caliente por unos sitios sí y otros no, lo que sorprendía a la hora de probarlo algo raro o más bien chocante, un rabo simplemente correcto.
Yo tomé una manos rellenas de jamón ibérico y foie. Resultaron también algo insípidas y no pude apreciar la presencia ni de jamón ni de foie, eran como una tostada crujiente por fuera y gelatinosa en su interior con un ligero sabor a las tradicionales manos y poco más, otro plato correcto sin más.
Todos tomamos postre. En este último plato no hubo ninguna duda, los cuatro excepcionales, ricos y buenísimos. Helado de chocolate con un intenso sabor a cacao, tarta de frutos rojos riquísima, torrija lacada excelente y unas peras al vino también excelentes, aquí hubo quórum en lo bueno del fin de velada.
Resumiendo, en mi particular guia de restaurantes ha pasado de ser algo excepcional a convertirse en uno más. Puede que el resto de los días no sea así, pero en esta ocasion nos tocó a nosotro la nota discordante, podría ser. En cuanto al servicio no ha habido cambios, sigue siendo un servicio atento. Y en lo referente al precio pues no lo sé, ya que no pagué yo.