Hemos Comido…en La Botica, toda una experiencia vallisoletana recomendación de mi primo Mario que vive cerca de la ciudad del Pisuerga y lo conoce bien.
Llegamos bastante pronto y todavía estaban preparando los comedores, no quedó más remedio que hacer un poco de tiempo en la barra.
Donde nos agasajaron con una tapa de esas a las que no se puede decir que no, unos torreznos de quitar el hipo.
Los torreznos acompañaban a un blanco del lugar, por supuesto un verdejo, no es un vino que me entusiasme, pero es el vino blanco favorito de los españoles por su marcada personalidad, o al menos eso es lo que dice una reconocida bodega de esta denominación de origen.
Miguel Ángel de la Cruz mantiene su peculiar tratamiento de los productos de cercanía. Su estudio se ve en su libro «El cocinero recolector y plantas silvestres». Simultaneamente su padre dirige el asador en las mismas instalaciones. Este restaurante-asador familiar se encuentra ubicado en una antigua casa de labranza que, en otros tiempos, funcionó como farmacia. Se presenta con un aire rústico, un privado en lo que fue la botica, donde comimos, y una carta de tinte actual muy apegada a los productos tradicionales de esta tierra.
Fiel a mi propósito de donde fueres haz lo que vieres y de ser lo más fiel posible al producto de cercanía, comimos con verdejo, un Javier Sanz de 2016, un vino 100% verdejo Denominación de Origen Rueda criado en sus lías. Brillante en la copa, con ligeros reflejos verdosos. Aromas frescos que recuerdan al pomelo dulce y la manzana verde, en el paladar es seco, de cuerpo medio y acidez refrescante.
Los panes que nos ofrecieron eran todos de los alrededores, donde destacaba, para mi gusto, una torta candeal o pan bregado, que fue la que me acompañó durante toda la comida.
La carta destaca por ser una oferta distinta a la característica de Castilla, con producto de cercanías pero con elaboraciones más actualizadas. Destaca un menú degustación de bastantes pases, pero ultimamente prefiero saborear los platos en su plenitud y pedir lo que quiero; me he cansado hace tiempo de los picoteos minimalistas y de larga duración.
Comenzaron sirviéndonos un par de aperitivos de bienvenida. El primero, sus famosas hojas secas.
Para comenzar con un escabeche de codorniz. La sutileza llevada a su máxima expresión. Escabechado suave y pequeño acompañamiento de vegetales, como a mí me gusta, imponiéndose la codorniz como centro de la elaboración, mejor imposible.
Continuamos con unas alcachofas. Nos encontrábamos en época y es uno de mis vegetales favoritos y de mi acompañante también. Con un punto canalla, justo, crujiente pero hecho, algo diferente y fuera de las últimas tendencias.
El otro comensal es celiaco por lo que no podía optar a tomar unas mollejas empanadas, pero se avinieron a preparante unas mollejas salteadas que resultaron una delicia. Molleja pequeñita con el ligero toque de ajillo y acompañadas de unas patatas de escándalo que elevaban la calidad de la elaboración. Unas patatas de diez y unas mollejas de diez, un veinte para esta elaboración de cercanía.
Para terminar algo que a primera vista me echó un poco para atrás, pero que decidimos tomar los dos, lomo de cordero relleno de morcilla. El título de por sí impone, potencia al cuadrado. Todo ello coronado por una ralladura de pìña verde, un árbol icónico de la comarca y que en un principio pensé que le iba a dar un sabor horrible a resina; al final resultó que aportaba un sabor distinto al plato y este no era algo tan basto como yo creí. Una carne jugosa elaborada en rollo espectacular.
Los postres no se quedarona atrás ni mucho menos.
El otro comensal chocolate negro y jalea, adaptado a celiacos. Final de comida per-fec-to.
Tomé helado de higos. Buenísimo también.
Como fin de comida nos pusieron con el café, unas pastas para mí y unas almedras garrapiñadas para el otro comensal.
Miguel Ángel de la Cruz, con una Estrella Michelin desde 2013, realiza una revisión de los platos de cuchara y de la tradición culinaria castellana abordando un original uso de ciertos componentes para cocinar que nada tienen que ver con el concepto tradicional, aunque sí que emanan de su esencia. Un lugar recomendable, con una atención perfecta en sala, precio muy razonable. Cocina de cercanías diferente y cocina tradicional conviviendo en perfecta armonía. Muy recomenble la visita.
Por El Mule
Plaza Mayor 2 47230 Matapozuelos Valladolid laboticadematapozuelos.com