Para conmemorar el aniversario de una gran amiga, se montó una jornadas entorno al oyocántaro de tamaño enorme, uno de cinco kilos, otro de más de tres y una langosta de dos. Todos provenientes del Cantábrico cántabro y más en concreto de las aguas de San Vicente de la Barquera, de Viveros Barquereños.
En esta ocasión la complicación radicaba en el tamaño de los «bichos», 5 3 y 2 kilos respectivamente, lo que hace que ninguna de las tablas de cocción valgan. Así que se decidió preguntar en el restaurante con más reputación de la ciudad en lo relacionado con el marisco el Restaurante Del Puerto, se preguntó a Toñín, dueño del mismo y este llamó al cocinero. Al decirles el tamaño nos contaron lo que ya nos imaginábamos, que todo cambia, de hecho nos dijeron que no los metiéramos en agua fría pues se nos dispararían los tiempos, que los metiéramos con el agua hirviendo, y que la langosta la atáramos pues si no montaría un follón gordo al coletear. De tiempos, el de cinco kilos 40 minutos, el de tres 30 y la langosta 25. Le hicimos caso y salió perfecto, usamos agua de mar para cocerlos, el punto de sal también fue perfecto.
En la foto de la derecha una morcilla de Zamora comprada en BOS (Toro), y un embutido de lengua de ternera típico también de esta zona comprada en Bodegas Velasco También en Toro. La morcilla la hicimos a la plancha, en realidad en una paellera acompañada de manzana, resultó exquisita. La lengua nos gustó a todos, con un aspecto y sabor similar al lomo pero más triscón.
La comida se acompañó con Peña Rejas 2008 Roble un vino de Toro de Bodegas Velasco un vino de tinta de Toro que en general gustó bastante.
El resto de la comida se acompañó con Champagne Henri Abelé un vino la verdad impresionante y que nos volvió locos a todos, una gran elección, corrió como la pólvora.
Y de remate final un conejo a la cazadora impresionante, cocinado por la anfitriona, nunca he probado uno igual.