Hemos Comido…en La Atalaya de Pontejos es un lugar mágico, agradable, cómodo y acogedor regentado por Gema Sánchez.

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La Atalaya debe su nombre, a la famosa «cuesta de la Atalaya», ubicada en el centro de Santander, en la que su propietaria se crió de niña.  La cocina, se basa en la oferta de una cocina tradicional con una presentación moderna, sin dejar a un lado la calidad de las materias primas, todo ello apoyado por una amplia carta de vinos que recoge la mejor selección de la geografía española. Con el bagaje obtenido durante los años que regaló a los gastrónomos de la capital del reino, Gema Sánchez regresa a sus orígenes, ofreciendo una interesante mirada de autor a la cocina santanderina de toda la vida.

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Diciembre 2011. Hacía un día precioso de diciembre, con una luz y una temperatura que no se correspondían con la estación, tenía pendiente la visita al bistró de Gema desde hacia bastante tiempo, dio la casualidad que estaba por los alrededores y me pasé a comer.

El lugar sigue como lo recordaba, inmaculado y sumamente agradable cargado de luz, una pena que no se pudiera comer en la terraza. Tras un rato hablando con Gema y  Luis Aguado, su marido e hijo de Mayte Aguado del Castillo (santanderina de gran influencia en Madrid, donde regentó algunos de los restaurantes favoritos de las personalidades artísticas, políticas y culturales de la época). Por cierto, muy agradable e instructiva la conversación. 

Al final dejé que Gema decidiera por mí y me recomendó el menú degustación. 

Comienzan sirviéndome una mantequilla con un pan calentito a modo de entrante, yo no soy muy mantequillero, pero el especiado de esta me gustó, tenía cierto toque de “hierbas” diferente. Acto seguido nos trajeron una croqueta de huevo cocido, el autentico “pinqui”. Un huevo cocido recubierto de bechamel y hecho como una croqueta, algo muy tradicional de nuestra cocina, o por ello lo tengo, mis dos abuelas los hacían y mi madre también.

Y comenzamos con el menú degustación. Un vaso de alubia blanca, la alubia perfectamente hecha, nada harinosa, no se la notaba el pellejo y sin grasa, hechas con bastantes vegetales y con muy buen sabor, como las define un amigo mio cada vez que están buenísimas: “mantequilla, estas alubias están mantequilla Soriano”.

Seguidamente me sirvieron una anchoa sobada por ellos, sobre salmorejo acompañada de  aceite de oliva virgen. La anchoa no tenía ningún pero, y la acompañaba algo que hace bastante que no encontraba: un saborcillo a ajo; me encanta este sabor con la anchoa, ahora siempre y cuando sea sutil. La anchoa magnífica.

El siguiente de la lista fue el hojaldre relleno de morcilla con puré de manzana y caramelo de pimienta. Muy bueno y con un contundente sabor, nada graso.

Dentro del pescado un clásico de la carta: pez espada con vinagreta de frutos secos y hongos. Exquisito, el sabor que le acompaña buenísimo y de lo mas conseguido, la vinagreta le va que ni pintado, eso si para mí gusto estaba demasiado hecho. Los hongos que acompañaban también aportan un muy buen sabor al conjunto.

En carnes el típico solomillo al whisky, un clásico de los restaurantes de Mayte adoptado por La Atalaya. La carne espectacular y el sabor distinto, sobre todo por el acompañamiento de cebolla pochada con “el toque secreto”. La receta la puedes ver en el libro La cocina práctica de Mayte, que va por los 350.000 ejemplares y del que hay una nueva edición lanzada por su nieta, que a su vez diseña y edita todos los años la revista de la fundación Mayte: DArtes. Eso sí es la única receta del libro en la que hay un gazapo según Gema pues pone que lleva manzana y no es así.

Y ya como  toque final una torrija. Diferente a cualquiera anteriormente probada, pues está acompañada de una mermelada inglesa de naranja y se hace a la plancha a última hora, lo que la da un toque totalmente distinto a cualquier otra.
Con el café nos sirvieron una trufa y una galleta de mantequilla, muy buenas las dos por cierto.

En resumen el lugar puede definirse como distinto y a la antigua usanza, con ese toque de complicidad que de daba en los locales de los años cincuenta-sesenta, un lugar  que yo definiría como íntimo y sobre todo agradable en todos los aspectos.
Merece la pena, seguro que volvemos en breve. En cuanto al precio, dentro de lo esperado sin sorpresas.

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2008 Nos ofrecen varios tipos de pan, calentitos, y en la mesa está puesta una mantequilla muy sabrosa. Empezamos con un aperitivo crema de calabacín con tartar de salmón y pepino, la crema templadita muy rica y el tartar exquisito, para empezar muy bien. Acto seguido nos traen otro pequeño aperitivo, una flor de tomate en pasta filo, el tomate está confitado muy apetitoso.

Comenzamos con revuelto de matanza, con jijas, morcilla, patatas paja y jamón. Extraordinario, hasta el olor, algo muy bueno.

Luego nos sirven hojaldre de morcilla con puré de manzana. Lleva un cristal de pimenta exquisito, con un toque picante que le viene muy bien, y dentro del hojaldre la morcilla de arroz, que está buenísima. Todo un acierto.

Uno de los platos principales fue bonito en piperada, 3 buenos lomos de bonito con una piperada que hacía mucho tiempo no probaba tan rica y el pescado en un punto perfecto de elaboración.

El otro plato fue capón de corral a la campurriana,  está de vicio y es difícil hacerlo mejor.

De postre Texturas de chocolate y unas torijas Atalaya con espuma de mistela. El primero son varios tipos de chocolate, brownnie, helado de chocolate negro, helado de chocolate con leche, crema de chocolate blanco, teja de chocolate y arroz inflado. Riquísimo, para el que le guste el chocolate. Las torijas muy sabrosas.

Dirige el restaurante con soberbia y cercana elegancia Gema Sánchez Incera, la nuera de la famosa Mayte, aquella santanderina que hizo historia en Madrid, la del restaurante Commodore. Gema fue portada de Interviú en 1979 y actriz muy lejos de aquí.

El restaurante se acoge dentro de un chalet exento, al que se accede tras subir unos pocos escalones. Según se entra hay un pequeño y acogedor bar con un par de mesas, donde poder esperar a los amigos ó echar un vistazo a la carta. El comedor está decorado con gran gusto, pequeño pero amplio ya que el espacio entre las mesas es holgado y estas son de un buen tamaño. La capacidad máxima del comedor es de unas 35 personas. La bodega es algo justa y muy clásica pero, según se nos indicó, se están añadiendo nuevas referencias semanalmente.

La oferta gastronómica de ‘La Atalaya’ resulta muy atractiva y original aunque su estilo sea tradicional y casero; ya que sus recetas no son muy habituales pese a la clasicidad de su cocina. Saben ser originales con la cocina de siempre, ya que se nota que sus cocineros no tienen las mismas influencias que la mayoría de los cocineros de la región. Se nota que vienen de Madrid aunque la mayoría de sus recetas son de orígenes Cántabros.

La carta de ‘La Atalaya’ atrae tanto por las recetas que habitan en ella como por las divisiones que han hecho dentro de esta. Dentro de los platos ó raciones más conocidos ofertan cecina y chorizos picantes de Potes, croquetas de mejillones, rabas de calamar ó pastel de cabracho; todo elaborado con ingredientes de primera y de Cantabria.

Dentro de esta misma línea de productos resulta sabroso el revuelto de matanza. La verdad que los soberbios huevos que se nos sirvieron nunca volverán a estar tan bien acompañados como con esas crujientes patatas pajas caseras junto con las jijas y los demás derivados de la matanza del cerdo que allí se dieron cita, no dejen de probarlo.

Otro plato casero y sabrosísimo que ya casi no se encuentra por ahí y que siempre ha sido tradicional de Cantabria son los caracoles en salsa, que en esta casa se denominan: Caracoles Mariuca. Dicho en otras palabras los caracoles cocidos junto con una soberbia salsa cuya base era una salsa de tomate casera, dulcecita, con algo de embutido y variadas especias. Un plato muy recomendable para los amantes de estos bichos.

Otro plato original, pero también muy tradicional, es el hojaldre relleno de morcilla con puré de manzana. Un guiño al clásico borono con repinaldas tan habitual de la cocina lebaniega. Hasta ahora les hemos mostrado platos más o menos humildes, pero en esta casa también hay platos con mucho ‘glamour’ como es el caso de la patata asada con caviar, el risotto de vieiras con crema de guisantes y quesos de Cantabria, el clásico steak tartar, el solomillo al whisky ó solomillo de pez espada con vinagreta de frutos secos y hongos.

Todos los dulces de ‘La Atalaya’ son de confección casera y uno de sus puntos más fuertes. Son postres contundentes y de ración amplia. muy bueno el Tiramisu de Luis y las texturas de chocolate. Aunque realmente cualquiera de sus postres es una buena elección.

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Restaurante Atalaya Pontejos Restaurante Atalaya Pontejos
 

 Avenida Pedrosa 52 39618 Marina De Cudeyo 942503906

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