Hemos Comido…en Solana, de vuelta en menos de un mes celebramos la comida navideña familiar (en Navidad solemos ir a comer mi mujer, mi hija y yo) y este nos gustó tanto que quisimos que lo conociera mi hija.

Enero 2012. La verdad es que en la visita anterior nos habíamos quedado con ganas de probar ciertas cosas de la carta, que por otra parte es muy extensa y todavía nos queda alguna que otra intriga. Así que nos desplazamos para nuestra comida navideña a La Bien Aparecida patrona de Cantabría, la mayor parte del trayecto transcurre por la autovía y es un paseo. Habíamos reservado y en esta ocasión se nos hizo algo tarde, cuando llegamos estaba el comedor lleno, nos recibió Ignacio, y estuvimos charlando un momento con él, una persona muy agradable, al igual que su hermana. Enseguida nos tomaron nota, cosa un tanto dificil con la carta tan extensa y apetitosa que tienen.

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Al final yo me decidí por el menú degustación, mi hija dos medias raciones a modo de entrantes y una ración de segundo, mi mujer tres medias raciones. El menú degustación consta de siete medias raciones y tiene un precio de 55€. Mis dos acompañante se hubieran decidido por el menú si no se le hubiera hecho excesivo el tamaño del mismo, cosa que yo pude comprobar, pues el tamaño de las raciones que lo componen es de lo más generoso.

Comenzaron sirviendonos unos aperitivos de croquetas de bacalo, chistorra y deconstrucción de alubias blancas con verdura y su compaño. Las croquetas, al igual que la visita anterior, estaban exquisitas, muy sabrosas y cremositas. La chistorra muy bien frita y envuelta en pasta, muy rica y muy bien frita (y eso que es un embutido que a mí no me gusta nada). La crema de alubias servida en un vasito era exquisita, con un buen sabor a morcilla y la alubia bien suave y sabrosa; la verdura que la acompañaba también de muy buen sabor. Todo con un contraste de colores muy atrayente a la vista.

Junto con los aperitivos nos sirvieron una degustación de tres tipos de pan, a cual más apetecible.

Y como último aperitivo nos sirvieron un helado de pimientos del piquillo con anchoas. La anchoa de una especial calidad y el helado buenísimo, con intenso sabor a pimiento.

Y comenzamos con el menu en sí. Los tres coincidimos en el primero, pues es algo que nos dejó un grato sabor de boca en comida anterior y venimos con ganas de repetir: centollo del Cantábrico en sus aromas. Igual que la vez anterior, superior, sublime, riquísimo.

Y a partir de aquí cada uno un plato diferente. A mí y dentro del menú me tocó  vieiras a la parrilla sobre puré de aceite de oliva, manita de cerdo y langostino. Igual que en la ocasión anterior estaba riquísimo, y aún habiéndolo probado la vez anterior me siguió sorprendiendo sobre todo el punto de la vieira y los langostinos.

Mi hija tomo carpaccio de venado con virutas de foie y vinagreta de Oporto. Ella tiene como refente en este tipo de carpaccios el del Teatro de Astillero ,que hasta ahora era el que más le gustaba, la diferencia es que en el Teatro es de  solomillo y virutas de foie y este último es de venado y virutas de foie. En resumen le gustó tanto o más que su favorito.

Y mi mujer tomo un plato de reciente incorporacion a la carta, carabinero a la parrila con alcahofa y tallarines de jibia con su jogo concentrado. Toda una delicia, un carabinero XL perfecto de punto acompañado de una salsa de este último que impregnaba de sabor a los tallarines de jibia y la alcachofa. Una deliciosa explosión de sabor, a mi entender fue el descubrimiento de la velada.

Como había que conducir mi hija y yo comimos con una cerveza San Miguel 1516, mi mujer al no tener que pasar por tal tramite se tomó un benjamín de Raventos i blanc La Finca. Color amarillo pálido con destellos dorados y verdosos. Burbuja fina. La nariz es de buena intensidad, notas herbáceas, cítricos y notas tostadas que le aportan complejidad y madurez. En boca tiene muy buena entrada, fresco, excelente acidez, cremoso, el carbónico esta muy bien integrado, estructurado y de buen paso, tiene un final ligeramente amargoso de muy buena longitud, combinando muy bien la frescura con notas más maduras y complejas.

A continuación y dentro del menú degustación me sirvieron un mil hojas de patata, manzana y foie con salsa sauternes. Un bocado increible donde la patata impregnada del sabor de la salsa y con una textura completamente distinta al foie y a la manzana se mezcla dentro de un bocado aportandoo y compaginando diferentes sabores y texturas que maridan a la perfección. Algo muy recomendable y sabroso.

Y por último los platos de mis acompañantes. Mi hija tomó rodaballo autoctono a la parrila con borraja y refrito añejo. Le gustó mucho, este tipo de peces planos siempre le han encantado, a mí en concreto el rodaballo se me hace demasiado graso.

Mi mujer tomó las vieriras a la plancha sobre puré de aceite de oliva, manita de cerdo y langostinos. Le gustó muchísimo lo único que según ella deberían haberselo servido antes que el carabinero, pues es más suave que este.

Y yo seguí con el menú degustación, una lubina a la sal con mantequilla saborizada y patata. Con un punto de cocción «perfecto», gran sabor, mejor jugosidad y un acompañamiento de la mantequilla que yo no me esperaba, es más en la mayoria de los casos los acompañamientos de este tipo me suelen sobrar, pero en esta ocasión no fue así. Un toque sutil, no un supersabor a mantequilla, y cada unos de los trozos de patata que acompañaban al plato. Una obra de arte.

Continué con unas carrilleras de ternera de leche estofadas. Algo delicadísimo y suave, un nuevo añadido a la carta, más suaves de sabor que las tradicionales, la carne se deshacía, se asemejaban más a unas carrilleras de ibérico que a las tradicionales de vaca. Una autentica delicia, buenísimas.

Ya dentro de los postres. El primero una copa de una macedonia, donde había granada, algo que me sorprendió pues hacía mucho que no lo tomaba, muy bueno y distinto el primer postre. De segundo una torrija acompañada de helado, la torrija caramelizada en la parte superior, exquisita. Los dos postres tenían en común que no eran excesivamente dulces, algo que me gustó bastante.

El café se acompaña de una trufa y después te sirven una Golmajería, como figura en la factura y que es como denominan a los dulces en La Rioja, vocablo de raíz árabe: en La Rioja un goloso es un “golmajo”. Palabra que ha sido aprobada recientemente por la real academia de la lengua como riojanismo.

En fin, la golmajería consta de un helado de limón buenisimo de sabor y un compendio de gominola de cafe, nata y mascarpone servido en un original vasito, una nueva vision de tiramisu.

El sitio sigue sorprendiendo, la atención es buenísima, la carta bastante extensa y el precio dentro de lo esperado. Pronto encontraremos una excusa para volver.

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