Noviembre 2016. Pues sí, era un día mágico para celebrar un evento único, así que me encargé de montar una reunión de amigos diferente y pare ello elegí dos sitios únicos, en vez de salir a tomar unos blancos por los alrededores del lugar de la comida nos acercamos a Casa Cofiño una de las mejores vinotecas de Cantabria.
En Casa Cofiño, como es habitual, hubo diversidad de líquidos elementos, pero entre estos podemos hablar de cava, rioja, rivera, blanco de solera, rueda y cerveza. Para acompañar a la ingesta alcohólica, que duró un par de horas y hacerla más llevadera, algunos de los quesos que siempre tienen en Cofiño y una cecina que estaba de quitar el hipo.
Tras atravesar Herera de Ibio, a un par de kilómetros por una carretera forestal, siempre dejando a mano derecha el río, la primera edificación que te encuentras a mano izquierda, allí se encuentra el objeto de nuestro viaje, La Hérmida.
El restaurante se encuentra situado en una casa rehabilitada con todas las comodidades, en una llanura situada entre montes, con una gran aparcamiento y una zona a modo de terraza privada donde tenían concertada una comida, nosotros habíamos reservado en el comedor interior.
Habitualmente la gente encarga alguna de las especialidades de la casa, donde todos los guisos están elaborados en una cocina de carbón, un auténtica cocina económica. Entre las especialidades cabe destacar: cocido montañés, guiso de ternera, arroz con langostinos, las carnes de los alrededores y, en temporada, los vegetales de la huerta propia.
Como os decía, la gente encarga pero también cabe la posibilidad de reservar y no encargar, ateniéndote a lo que esté disponible, esta fue nuestra opción, pues no nos poníamos de acuerdo.
Antes de entrar a comer, una ronda mientras llegaban todos. Hubo gente que vino directamente a comer y no pasó por Cofiño, y por supuesto un paseo por la cocina investigando la oferta que, de primeras, nos pareció de lo más atrayente.
Los que íbamos a cava continuamos con un Cava Reserva Brut Nature Maset del Lleó, de color pajizo claro con tonos dorados y de burbuja fina, demasiado ligero para mi gusto, un cava que pasó sin pena ni gloria.
Para los que tomaban tinto, un clásico rioja crianza elaborado con uva tempranillo y criado posteriormente en barricas nuevas de roble francés. Un vino de color picota intenso con aromas a fruta madura y con suaves taninos.
Comenzamos con unos espárragos y unos piminetos rellenos de verduras, los últimos de la temporada, resultaron un agradable inicio, el relleno completamente distinto a culaquier otro pimiento relleno, causaron sensación entre la mayoría del público, lo único que solo tocábamos a uno por barba y nos quedamos con ganas de más.
Entre los entrantes también había unas croquetas que, por el ritmo al que desaparecieron, debían de estar cojonudas pues no las probré, tampoco son algo que me vuelva loco.
Y seguimos con los entrantes, algo que también gustó mucho al personal, anchoas con queso de cabra y sobao.
Y el último de los entrantes, empanadillas. No las probaba desde que me las hacía mi abuela, que compraba las obleas de La Cocinera, aquel envase de color azul y blanco que contenía las obleas separadas entre sí por otra oblea de papel. Estas, en concreto, no conozco su origen pero estaban muy bien hechas y como los piminetos rellenas de verduras, muy buenas y recomendables.
De aquí pasamos a los platos principales donde hubo diferentes peticiones. Comenzamos con una ternera guisada que probé, estaba de quitar el hipo, jugosa sabrosa y acompañada de unas muy buenas patatas artesanas.
A primera vista todo el mundo pensó que tras este compaño tan generoso venía un cocido lebaniego, que por cierto no habíamos pedido, pero era el compaño se corespondía con el resto del cocido montañés.
Un cocido montañés generoso en berza, como a mi me gusta y elaborado como decíamos al principio en una cocina económica, un cocido sabroso y recomendable.
Yo había pedido arroz con langostinos y ciertamente no me arrepentí de la elección, el arroz estaba bueno de punto, generoso, sabroso y también recomendable.
Al final llegamos a los postres, solo puedo hablaros del que yo tomé, una tarta de hojaldre e higos, la última de la fotos, una elaboración diferente y que me encandiló.
En resumen, un sitio recomendable, la atención buena y el sitio merece la pena por sí solo, por su ubicacion, la gastronomía de kilometro cero y una elaboración artesanal, el precio más ajustado imposible. Por cierto, éramos quince comensales. Me quedé con ganas de probar alguno de los asados y el chuletón que solo tienen de encargo, pero todo se andará.
La Hérmida 139 39509 Herrera de Ibio 942091211