Hemos Comido…en el centro de Santigo a pocos metros del Obradoiro en una de las callejas plagadas de bares de la ciudad.

Después de pasar por uno de los túneles de entrada a la plaza del Obradoiro y sentir como se te pone la carne de gallina al oir el sonido de la gaita que te sumerge en una atmósfera cuasi mágica, no me imagino lo que deben sentir los pereginos cuando llegan al final del camino y se encuentran con escenas similares. Es emocionante.

Teníamos reservada mesa en un restaurante, lo cual no quita para que tomemos un vinito y alguna tapa para ir abriendo boca.

A Charca

Tomamos un rico Ribeiro de poteo, estaba bueno, una pena ya no lo sirven en tazas, será más higiénico pero se pierde una tradición.

A Charca

Enseguida me di cuenta que el lugar estaba atestado de locales, lo cual me dice mucho del local, ya que suele ser habitual en estos sitios que sean más baratos y cuiden más a la clientela, no tan enfocados a turistas como otros.

El caldo gallego se ha posicionado como uno de los platos más emblemáticos de la cocina tradicional gallega. Nace como un plato vegetariano, ante una sociedad profundamente rural de recursos básicos y muy pobre, incapaz de acceder a carnes, Algo que así nos relata la propia Emilia Pardo Bazán en La cocina española antigua (1913).

Con el paso del tiempo, y con el cambio de las condiciones socioeconómicas se fueron añadiendo nuevos ingredientes como chorizo, falda de ternera, lacón o panceta.

No me pude resistir al cartel de «Hay Caldo Gallego» y pusieron a mi disposición una taza de esa cocción lenta fruto de las famosas patatas gallegas, fabas de Lourenzá, grelos, algunas verduras más y unas carnes.

A Charca

El resultado entona y tiene un sabor muy peculiar, delicioso, con el ligero amargor que aporta el glelo, para mi de diez. Por cierto, desfilaba alguna que otra ración por los alrededores y se podía ver la cocina, donde no paraban de hervir los pucheros y la ollas, me he quedado con el sitio para una próxima visita.

A Charca

Antes que se me olvide, como en la mayoría de los edificios de Santiago la omnipreseta caliza que da claridad y color a los locales tradicionales del lugar.

A Charca

Por El Mule

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