Hemos Comido…en La Ostrería, en lo que anteriormente fue Annua; el lugar ya le conocíamos y la distribución no ha cambiado.

Sigue habiendo una zona de digamos barra al entrar donde puedes disfrutar de unas raciones y unas copas o vinos dependiendo de la hora, el sitio es espectacular tanto el comedor como la entrada.

La Ostreria

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Algo que puede influir es el comparar el anterior lugar con este, ya que las diferencias son obvias, intentaré que no interfiera en este articulo. 

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Dispone de una carta en formato periódico donde podéis comprobar una parte de la oferta. Las mesas están vestidas con un mantel de papel. 

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Nos pusieron una tapa de ensaladilla con centolla creo que nos dijeron, no me acuerdo muy bien si era masera o centolla; da igual, la patata no está cocida del todo, de sabor estaba buena, tenia sabor a marisco, pero el que la patata no esté cocida del todo, es algo que no me resulta muy agradable. Cuando nos preguntaron, lo pusimos en conocimiento de la camarera que nos sirvió.

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Si hay algo que me gusta de San Vicente son sus ostras, es mi preferida, es más salina, más bruta en sabor y es algo que me encanta, que sepa a mar. Probamos de tres tipos las naturales con limón de Novales, que estaba buenísima y bien fresca. Ostiones en tempura que ya las había tomado en otros restaurantes y me gustan bastante; estas la verdad, es que estaban muy buenas, una buena tempura.

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Para terminar otras con caviar de fruta de la pasión y aires de lima que, bueno estaban bien.

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Continuamos con unos tacos de pulpo y guacamole con pico de gallo de mango. Los tacos estaban poco integrados, de entrada la base estaba muy fría y seca, casi helada. El pulpo, aunque se podía ver en el taco, no se le apreciaba el sabor ni la textura, hecho puré y carente de sabor. El guacamole, otro sinsabor y todo no se integraba ni en sabores ni en texturas, una cosa rara. También nos extrañó la completa falta de sabor de las esquilas fritas. Coincidimos los dos comensales en lo poco atrayente de la ración. Por cierto, lo pusimos en conocimiento del servicio.

La Ostreria

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De aquí pasamos a un arroz negro. El arroz estaba, al igual que la ración anterior, sin ninguna integración entre ingredientes; el arroz muy acuoso, conociendo como son estos arroces con tinta, que suelen ser casi sólidos, esta elaboración nos sorprendió; en lo referente a sabor este era muy ligero, no se notaba la potencia del cefalópodo; eso sí, con el alioli ganaba. Una decepción de un arroz muy básico que nos ha resultado flojo. También lo pusimos en conocimiento del personal de sala, que nos hizo partícipes de ser el que más gustaba de todos.

La Ostreria

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Supongo que esto era fruto de una serie de catastróficas desdichas. Pero lo que no me pareció normal, es que pongas en conocimiento del personal de sala que poco menos que todo no está a nuestro gusto y no aparezca nadie de cocina para intentar explicarnos el por qué o, por lo menos, hacernos comprender este nuevo tipo de cocina, que también podría ser una nueva tendencia de la que no estamos al tanto.

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Otro gran fallo a mi entender es el compadreo del personal de sala, que sin salirse de su papel te recibe con ciertas frases que no se corresponden con un servicio de sala tradicional, en lo restante funcionan bastante bien. El “hola chicos”, no lo llevo nada bien.

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Supongo que conforme vaya pasando el tiempo, estos errores se vayan solucionando, pero en esta visita, lo mejor de todo el Champagne y las vistas.

La Ostreria

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Por El Mule y Alfonso Fraile

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