Hemos Comido…em el ‘Restaurante Gil Blas’, ubicado en una casona solariega de estilo castellano tradicional del siglo XVI-XVIII, se encuentra rodeado por edificios hitóricos-artísticos como la Torre de Don Borja, la Torre de Merino, el Ayuntamiento y la casa del Águila y la Parra, en la Plaza Mayor de Santillana del Mar.

Integrado en el conjunto del ‘Parador Gil Blas’, pertenece a la cadena de Paradores de Turismo de España y cuenta con dos comedores. En el comedor principal, compartido con el ‘Parador de Santillana’ y con capacidad para 80 personas, se realiza el servicio de desayunos, almuerzo y cena, mientras que un pequeño salón con capacidad para unas 30 personas se puede utilizar a modo de comedor privado.

Dicen que Santillana es como un cuento de Walt Disney. Todo es tan perfecto que no parece real. Por su calle principal pasean cada día miles de turistas ante los numerosos edificios medievales civiles y religiosos, dispuestos con total pulcritud. Suelo empedrado, ventanas de madera y la obligada tienda de productos locales… Y al final de todo, la colegiata, con su bellísima portada románica. Nada está fuera de lugar. Todo es armonioso y sencillo y sólo nos faltaría encontrarnos con algún hidalgo de las familias de los Manrique o de los Mendoña, que anduvieron por estas tierras dándose leñazos, allá por el siglo XV, con mucho apellido y poco capital, pero nunca encontrariamos al tal Gil Blas de Santillana, porque nunca existió más que en la ficción. Era un pícaro, salido de la pluma del autor francés Lesage, que jamás visitó la villa, ni él ni su personaje, y que no sabemos por qué le puso tal nombre ni tal procedencia.

Hoy disfrutamos de este edificio amplio y espacioso, que poco tiene que ver con la casa original, ya que en los años veinte, el conde Güell, el protector de Gaudí, consiguió que se restaurara para que se celebraran actos culturales, representaciones teatrales y otros actos en los que pudieran intervenir sus numerosos amigos intelectuales. Nombres como Unamuno, Pereda, Concha Espina o Pardo Bazán daban prestigio a cualquier reunión. Y el deseo de su promotor se sigue cumpliendo con la creación de la Fundación Santillana, que mantiene una gran actividad cultural y de rehabilitación del Patrimonio.

En Santillana del Mar a parte de la magnifica Villa podemos darnos un paseo por los distintos museos o introducirnos en un viaje al pasado prehistorico en la Neocueva del Altamira.

La Primera vez que tuve el placer de comer en este emblematico lugar fue en una boda y desde entonces solo nos hemos acercado en un par de ocasiones por este lugar.

La siguiente en diciembre de 2005 que ofrecieron por primera vez unas sorprendentes y gratas jornadas gastronómicas dedicadas al bisonte. Una joven empresa de Cantabria, Bisoncan, importa esta carne de una especie desaparecida por estas latitudes pero que en el Paleolítico proliferó en la cornisa cantábrica como se pone de manifiesto en las cercanas pinturas rupestres de la cueva de Altamira. Esta comida consistio en ensalada de contraste con bisonte macerado, un carpaccio de bisonte en zumo de pomelo, pimienta blanca, reducción de Módena y cebollino tierno, virutas de solomillo de bisonte con bogavante del Cantábrico, croquetitas sobre fritos de puerros y tournedó de bisonte con ligero toque de chocolate de higos y ciruelas especiadas. Toda una delicia, y una nueva carne.

La última el verano de 2009 de acompañantes a enseñar tan magnífica villa a unos parientes. Éramos seis a comer y dos de ellos tuvieron la feliz idea de pedirse un cocido lebaniego, la verdad es que se lo comieron, en pleno verano segun ellos estaba delicioso. Los demás compartimos de entrada dos de almejas de Pedreña y dos ensaladas de anchoas, las almejas muy buenas y bien preparadas, las anchoas no me disgustaron, pero tampoco me volvieron loco.Yo de segundo tomé solomillo de añojo a la plancha con salsa de Tresviso, y los otros tres se decantaron por la merluza en salsa cántabra, el solomillo correcto y una buena ración, acompañado de un Tresviso «suavizado» bastante rico, la carne en su punto, tanto de plancha como de maduración. La merluza les encantó a los tres. De postre compartimos tres raciones de quesada. El servicio muy bueno, correcto y discreto el precio algo carillo pero dentro de lo esperado. Un sitio recomendable. 

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Plaza de Ramón Pelayo S/N 39330 Santillana Del Mar 942028028

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