Hemos Comido…en Restaurante Gastronómico Torre by Marañón Galizano, que ocupa el lugar de la Taberna de Cucabrera
Después de una larga temporada en obras ve la luz el conjunto Torre de Galizano, un hotel con restaurante dirigido por Javier Marañón. Discípulo de Martín Berasategui, además de trabajar junto al chef con más estrellas estuvo en los fogones de las cocinas de Eneko Atxa, Hilario Arbelaitz, Pedro Larrumbe entre los más conocidos.
Se encuentra en Galizano, Ribamontán al Mar, a un paso de las playas de Langre y Galizano. El Hotel Palacio Torre de Galizano está situado en un palacio de indianos, restaurado y ampliado por completo, realizado enteramente en piedra de sillería.
Los propietarios no solo han tratado de restaurar un edificio abandonado y en decadencia, al edificio se le ha recuperado y se la ha dado de nuevo vida y vistosidad, volviendo así al año 1872, año de su construcción por una familia cántabra que emigró a las américas y que continuamente ampliaba y embellecía su construcción, terminándose esta en 1926.
Como aperitivo tomé cava, que bien fresquito entra a las mil maravillas en verano, y con el que seguí la mayor parte de la comida, ya que los dos comensales somos bastante asiduos a esta bebida. Un cava de aroma a frutos secos, con ligeros tostados, seco, con un carbónico muy fino y buena acidez, un cava clásico de chiquiteo.
Brioche de sardina escabechada, emulsión de hongos y croqueta líquida de jamón. Los entrantes ya dejan claro que nos vamos a mover en un tipo de cocina clásica pero muy meditada, el chef incorpora su visión a elaboraciones de siempre. La sardina resultó todo un acierto, suaviza un pescado tan áspero como puede llegar a ser la sardina, diría que la ennoblece. Lo mismo pasa con la croqueta líquida, una elaboración hoy en día tan de moda, cualquier chef que se precie ha de tocar este palo, pero no hay que olvidar que es un subproducto, una elaboración pensada para aprovechar restos. Por cierto, que vivan los restos, sobre todo en lo relacionado con la aquí presente; sabrosa y muy líquida, explota en la boca.
Pan de masa gallega. El pan de tipo gallego siempre ha estado entre mis preferidos, pan con indicación de origen protegida. Por cierto, bastante peculiar y con una defición clara: «de corteza crujiente y dureza variable en función del formato, miga esponjosa y alveolado abundante e irregular, que se elabora de forma artesanal con harina de trigo blando».
Arroz de gamba blanca con emulsión de pimiento y carpaccio de gamba. Un arroz de toma pan y moja, bien sabroso; el carpaccio resulta chocante, pero no desentona y la emulsión de pimiento se integra perfectamente con el arroz. Un arroz diferente en un sitio diferente.
Merluza en tempura y pimiento seco. Bien, aquí mi paladar me impide opinar, aunque la textura me resultó perfecta debido a la tempura. La merluza es un pescado que ni fu ni fa, me resulta insípida como ella sola, pero como había pedido el otro comensal (que era quien invitaba) pues a comer y callar, a el le volvio loco y luego hablando con Javier resulta que ha sido la racion mas demandada durante el verano, eso si la frescura del pescado resulta indudable.
Ante la llegada de la próxima y contundente elaboración decidimos cambiar a Ubide Tierra, un Rioja monovarietal de tempranillo. Un vino de color rojo picota, con sensaciones de crianza, vainillas y tostados y especias, bastante frutal de uva madura sin excesos de madera.
Callos, morros y pata Naguar. Y aquí llegamos a uno de los guisos del lugar, los callos. Es un plato clásico de la zona de Ribamontán y creo que se preparan y se sierven en los bares habitualmente los viernes. Así todo, Marcos compitió con estos callos en el campeonato mundial de callos de Naguar. Los callos son para ponerlos en un pedestal, mi ranking se ve alterado, empezando a dudar entre estos y los de Nacho Basurto, que también compitió en este campeonato. Al final cada uno en su estilo son a cual mejores, difícil elección.
Crema de cítricos sanguina y helado de maracuyá artesano.
Para terminar unos petit four con el café.
El restaurante rezuma tranquilidad, es un lugar bien dotado en cuanto a servicio y unas instalaciones a estrenar. Todo lo que tomamos proviene del mundo clásico, pero el chef lo complementa de alguna manera dándole su visión. Dispone de menú de mercado de lunes a viernes con muy buen aspecto. Como os decía antes, también están dsponibles los callos los viernes.