Hemos Comido…en Somo, a las puertas de la Navidad, otro año más. Cada vez la familia crece en torno a este gran vino y a los mejores caracoles de los alrededores
Noviembre 2018. Como todos los años, junto a la aparición del Fariña Primero, Juan nos deleita con sus jornadas en torno a este vino y los caracoles. Para mí es el preludio de la Navidad, suele ser a finales de noviembre y habitualmente es una buena excusa para reunirnos unos cuantos amigos.
Me siento delante de una mesa (la verdad es que paso hasta la cocina y saludo a todo el mundo) y me plantan la botella de Fariña fresquita y unos caracoles, mientras espero a que vaya llegando la tropa.
Como ya sabeis, se trata del primer vino de maceración carbónica que aparece en el mercado español. Elaborado al 100% con Tinta de Toro, este vino joven hace gala de una espectacular gama de sabores y aromas. Cada año viste una etiqueta diferente que reproduce la obra del ganador del Concurso Nacional de Pintura «Primero de Fariña».
Este 2018, la obra de su etiqueta fue realizada por la artista granadina Purificación Villafranca y lleva por nombre “Continente y Contenido”.
El vino presenta un color rojo picota con ribete violáceo, una nariz armoniosa e intensa, con una amplia gama de aromas a frutos rojos silvestres y un ligero toque lácteo. En boca es sabroso, afrutado, con un tanino vivo y una estupenda frescura. Un vino que expresa en toda su plenitud la variedad con la que está elaborado, la Tinta de Toro, uno de mis vinos preferidos que expresa perfectamente el espiritu del vino.
Todos los asistentes éramos conocidos, todos prácticamente amigos, y si no aprovechamos la ocasión para afianzar lazos de amistad; de diferentes orígenes pero en su mayoría provenientes de hostelería.
Una vez dimos buena cuenta de los caracoles pasamos a picar todos de una puesta en común de raciones que vamos pidiendo sobre la marcha y nunca ceñidos a un guión, ya que la llegada de los comensales es escalonada y se van uniendo a la fiesta según van llegando.
Esta vez nos deleitamos con un escabeche de mejillones, por supuesto artesanos, en Melly no conocen otra cosa.
Bocartes al ajillo, un descubrimiento de nuestro anfitirión que con el paso del tiempo se han convertido en objeto de auténtico culto gastronómico.
Maganos encebollados, que no seran de guadañeta pero me da lo mismo pues están de vicio.
Unos callos, más flojillos de lo que a mí me gustan pero igual de buenos e ideales para untar, sobre todo cuando hay mogollón de manos intentando dar buena cuenta de la salsa.
Para terminar un azul de hoja, que no defraudó lo más mínimo y que a modo de postre terminó con el aspecto gastronómico de la reunión.
El único pero: es en jueves y el viernes se pegan las sábanas.