Como última parada en Irlanda, me dejé caer en un pueblecito pesquero que atrajo mucho mi atención llamado Waterford.
En este lugar, se pueden encontrar atracciones turísticas tales como el triángulo vikingo o la fábrica de cristal. Es muy interesante ver como lo hacen, por lo menos, para mí lo fue y también el conocer la gastronomía de la zona. Había leído en internet que el chef del restaurante había trabajado en “Chapter One”, que tanto me había gustado, por lo que me decidí rápido.
Como no disponían de menú degustación, escogí un menú como en otras. El pan sin gluten que me pusieron con la mantequilla estaba muy bueno, y mira que no es tarea fácil.
Para comenzar escogí el queso de oveja Knockalara, alcachofa violeta y pimiento rojo asado. Nunca había comido así la alcachofa, acompañada con una vinagreta, lo que se aprecia de color naranja, y el queso venía envuelto en almendra.
De plato principal escogí el cordero cocido lento. Tenia dudas ya que la anterior vez que pedí algo parecido me salió el tiro por la culata, pero esta vez acerté de pleno. En la superficie llevaba la mostaza antigua de toda la vida junto con unos espárragos trigueros y una salsa de zanahoria y patata, además del propio jugo del cordero y el pure de patata aparte. El punto de la carne estaba perfecto, bien hecho, pero sin llegar a secarse. Estaba realmente delicioso.
Para finalizar, un maní salado, plátano y frambuesa. La base era de una crema de cacahuete, el helado de plátano y dentro venía una sorpresa ácida de frutos rojos.
El emplazamiento donde esta situado el restaurante correspondía a la casa antigua en High Street, conocida como la casa de John Colly. Se conservan elementos de la década de 1460 y también ha sido durante once veces la casa del alcalde de Waterford, James Rice, cuya tumba se conserva aun en la Catedral la Iglesia de Cristo, situada a unos metros del restaurante. Era un comerciante de vinos, principalmente de vino español. Fue en dos ocasiones a Santiago de Compostela, una de ellas a visitar la tumba de su patrón y, también, en el año de Santiago.
El servicio durante el almuerzo estuvo muy atento y al finalizar salió el chef a preguntar si todo había sido del gusto, lo que es un detalle por su parte. Desde luego que, si vuelvo en alguna ocasión en mi vida, no dudaré en repetir.
22 High St Waterford X91 Y983 Irlanda